Número 171 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
¡A COMER!
Los bosques comunales de San Pedro el Alto, Zimatlán de Álvarez, Oaxaca. Diego García Osorio

Aquí te traigo este presente: Guelaguetza para el bosque

Diego García Osorio Facultad de Estudios Superiores Acatlán-UNAM

Es durante los primeros días de julio, tras la celebración de la fiesta patronal, que comienzan las actividades forestales en la comunidad zapoteca de San Pedro el Alto, agencia municipal de Zimatlán de Álvarez, Oaxaca. Con amplio reconocimiento a nivel nacional e internacional, y siendo uno de los principales productores de madera certificada, sus habitantes, como los de otros tantos ejidos y comunidades forestales en México, han logrado alcanzar mejores condiciones de vida a partir de la propiedad, aprovechamiento y distribución de los ingresos y beneficios derivados de sus bosques, lo cual es digno de distinción, sin embargo, se trata de casos poco conocidos más allá de los propios partícipes y de quienes se acercan al tema. Todo lo anterior se realiza bajo un carácter comunal, lo que se ha denominado como “Manejo Forestal Comunitario” (MFC), también referente, el caso mexicano en su conjunto, a nivel mundial.

Hasta principios de la década de los ochenta del siglo XX, los bosques comunales y ejidales podían ser explotados por particulares o por empresas paraestatales bajo un esquema de concesiones. San Pedro el Alto fue una de las principales comunidades en la Sierra Sur de Oaxaca que, junto a otras varias en la Sierra Norte del mismo estado, comenzaron una lucha que trascendió a nivel nacional para terminar con dichas concesiones, lo cual, al lograrse, dio pauta para que, en el año de 1984, se constituyera su propia “Empresa Forestal Comunitaria” (EFC). Actualmente, son las concesiones mineras bajo un supuesto carácter de “interés público”, pero con beneficios esos sí, para privados, así como otros megaproyectos, los que atentan contra el patrimonio comunal y la naturaleza de la cual, en conjunto, nos beneficiamos todos.

La cosmovisión y el vivir zapoteca tienen como uno de sus componentes más importantes a la guelaguetza, y no, no se está hablando del despojo cultural y puesta en escena de la que se benefician grupos de poder político y económico en el estado de Oaxaca, sino de un principio de reciprocidad, ayuda mutua, conformación y confirmación de la comunidad, no sólo entre quienes forman parte de ella en el presente, sino también con los antepasados, así como entre diferentes comunidades y con otros habitantes, dueños y custodios de los manantiales, de los cuerpos de agua, de los montes, cuevas, cañadas y bosques.

En el zapoteco de San Pedro el Alto, se le nombra wachi al conocido más ampliamente como chaneque. Dichos seres habitan en las partes altas de los cerros, en los mogotes; cabe mencionar que a cada mogote “importante” le corresponde su propio wachi. Se pueden distinguir en el paisaje por ser amontonamientos de piedras que “están ahí, desde el tiempo de los antepasados”. Se les lleva presente en ocasión de comenzar los trabajos agrícolas, para cuidar el ganado, para pedir por la salud de alguien o al construir una casa o infraestructura de la comunidad como sus aserraderos, planta tratadora de aguas residuales o la gasolinera comunal, lo cual han podido alcanzar a partir de su EFC y su MFC.

Así mismo, se le brinda presente al wachi el primero de mayo, para pedir que sea un buen año en la producción forestal y por la protección y seguridad de los trabajadores, puesto que las actividades forestales no están exentas de riesgos. Como se mencionó, en los primeros días de julio, en ocasión de la apertura de la anualidad forestal correspondiente, se ofrenda al wachi del paraje donde van a comenzarse los trabajos de aprovechamiento porque “es como la gente, pues, aquí es como su terreno, así como la gente tiene su terreno, pues así los chaneques, por eso, lo mismo que con una persona, pues le estás pidiendo permiso para trabajar porque estás en su terreno”, señaló un comunero y hombre de conocimiento de San Pedro el Alto encargado de conducir la petición al wachi (comunicación personal el 8 de julio de 2017).

También se le da guelaguetza al bosque a través del manejo y el aprovechamiento sustentable, es así como se le cuida, a la vez que comunidades y ejidos, los cuales, de acuerdo al Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) detentan bajo propiedad social el 60% de los bosques de México, pueden darse sustento: preservar el bosque a partir de su aprovechamiento es una vía para salvaguardar a la comunidad misma, los bosques saben de reciprocidad.

Reorientar esfuerzos y políticas públicas posicionando al centro al MFC es fundamental, no sólo para el sector en México, esas mujeres y hombres están prodigando a la sociedad en su conjunto con su guelaguetza: provisión de agua, captura de carbono, emisión de oxígeno, conservación de la biodiversidad y de suelos; se encuentran resguardando el bosque mediante buenas prácticas forestales comunitarias. San Pedro el Alto es un ejemplo de éxito en el MFC, se reitera la importancia de que se promuevan otras experiencias, ¿Alguien habló de megaminería como de utilidad pública…? •

Pendones de aguja de pino, fiesta patronal de San Pedro el Alto, Zimatlán de Álvarez, Oaxaca. Diego García Osorio