Las autoras somos nutriólogas, dos de nosotras hemos padecido COVID-19, por esta razón decidimos elaborar una guía alimentaria para personas con este padecimiento, pues en México, las afectaciones por dicha enfermedad se incrementan debido a las comorbilidades que se presentan en la población y que están relacionadas con una mala o inadecuada alimentación.
Entre febrero y julio de 2021 hicimos una revisión general de las publicaciones disponibles en línea sobre alimentación y COVID-19, ésta incluyó diversos textos y videos. A partir de esta selección, elaboramos una base de datos con la información de estos materiales, en especial las recomendaciones nutricionales conforme a macronutrimentos, es decir: proteínas, hidratos de carbono, grasas; y micronutrimentos que son vitaminas y minerales.
La recomendación más mencionada en estas publicaciones, que además es la de mayor importancia para los pacientes con COVID-19, es reducir el consumo de hidratos de carbono simples o sencillos; éstos se encuentran principalmente en harinas y azúcares refinados. Esta restricción busca combatir y evitar la inflamación de los tejidos, incluso algunos autores indican que lo ideal sería aplicar una dieta cetogénica, que es un tipo de dieta en la que prácticamente no se consumen hidratos de carbono y donde los lípidos o grasas son la principal fuente de energía; de ahí que se acumulen las cetonas, que son las sustancias que resultan cuando nuestro cuerpo usa a las grasas para obtener de ellas energía. Este punto nos ha llevado a revisar referencias para hacer un listado de alimentos que contienen ese tipo de hidratos de carbono sencillos y también dar recomendaciones puntuales de cómo consumirlos.
La cuestión de los azúcares refinados es particularmente alarmante en poblaciones rurales e indígenas de nuestro país. Un ejemplo claro es el de las refresqueras, que desde hace varias décadas han usado distintas estrategias para introducir sus productos en estas zonas; un caso muy grave es el de Chiapas, donde estas compañías usan el agua para su producción y dejan a las poblaciones sin acceso a este recurso, dejándoles sólo la opción de beber refrescos, lo cual ha afectado gravemente la salud de las personas.
Otro punto que mencionan los autores que revisamos, es que el consumo de proteínas es de suma importancia, pues por experiencia propia de las autoras que hemos padecido COVID-19, sabemos que con esta enfermedad se pierde masa muscular. Entre los alimentos altos en proteínas se recomiendan carnes blancas y magras como pollo, pavo y pescado, también huevo o alimentos de origen vegetal ricos en proteínas como frijoles, lentejas, habas y garbanzos. El consumo suficiente de proteínas ayuda a los pacientes con COVID-19 a ir recuperando paulatinamente el músculo perdido. Al pasar la convalecencia esta recuperación puede apoyarse con ejercicio.
Para equilibrar el sistema inmunológico y evitar la inflamación, se recomiendan alimentos con zinc como aguacate, nueces, almendras y cacahuates, o bien pescados y mariscos. Estos últimos deben prepararse en caldos, sopas, empapelados o en cócteles, es decir, no deben ir fritos ni empanizados. En cuanto a las grasas en la dieta del paciente con COVID-19, éstas deben provenir preferentemente de aceites insaturados como el de oliva, de nueces, cacahuates, almendras y otras semillas secas que, por los minerales que contienen, también ayudan a modular el sistema inmunológico.
Para asegurar que el paciente consuma las vitaminas y minerales que requiere para su recuperación se recomienda comer verduras y frutas diariamente, preferentemente que sean de temporada y locales porque son de menor costo y de mejor calidad nutricional.
Es recomendable consumir las verduras crudas, y en caso de cocerlas debe ser por tiempo breve, especialmente las que son dulces como la zanahoria o el betabel, ya que la cocción aumenta su aporte de azúcares sencillos. No debemos olvidar lavar y desinfectar las verduras antes de consumirlas.
La mejor forma de comer las frutas es crudas y con cáscara cuando sea posible, evitando la preparación de jugos. Deben ser masticadas bien y no añadirles ningún tipo de azúcar o endulzante, si acaso, pueden combinarse con cereales naturales como el amaranto o la avena, o con semillas secas como los cacahuates y las nueces. Así es posible aprovechar los diferentes aportes nutrimentales de estos alimentos.
Como vemos, la alimentación recomendada para pacientes con COVID-19 debe ser lo más natural y sencilla posible, esto nos hace revalorar el trabajo de los productores de alimentos, en especial los de pequeña escala que se encuentran en las zonas rurales e indígenas de nuestro país.
Finalmente les compartimos que, en la segunda etapa de este trabajo, ahondaremos en otras recomendaciones para sobrellevar de mejor forma la COVID-19, por ejemplo, las necesidades de hidratación, el uso de suplementos nutricionales y los beneficios de modificar algunos hábitos de la vida cotidiana como son la realización de ejercicio, el tiempo y calidad del descanso y el manejo del estrés. •