n el último año, las cinco empresas productoras y comercializadoras de alimentos más grandes del país han disfrutado un incremento de 22 por ciento en su valor de mercado, lo cual se traduce en que hoy las gigantes Bimbo, Lala, Gruma, Herdez y Bachoco valen 72 mil millones de pesos más. La ganancia más significativa es registrada por Bimbo, la productora de alimentos más grande de la nación y la panificadora más importante del mundo, que en el periodo logró un aumento de 30 por ciento en su valor bursátil, con lo que el total de sus acciones pasó de 179 mil 507 millones a 233 mil 275 millones de pesos.
Sin aventurar la existencia de una relación causal, lo cierto es que este desempeño extraordinario de las mayores empresas del sector alimentario coincide con una sostenida alza de precios en los productos que conforman la canasta básica. De acuerdo con el seguimiento que el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas da a este indicador, en un año el precio de adquirir los 60 productos que lo componen ha subido 10.3 por ciento, por lo que hoy se requieren 2 mil 522 pesos para comprar los mismos alimentos que antes se obtenían con 2 mil 286 pesos.
Sin duda, buena parte de estas alzas puede atribuirse a la inflación que este año se ha hecho presente en el mundo debido a la concurrencia de las expectativas de crecimiento de los agentes económicos por la reactivación posterior a los meses más duros de la pandemia, la crisis de las cadenas de suministro globales, y el incremento de precios de los hidrocarburos. En este sentido, se sabe que México enfrenta la tasa de inflación más alta en las últimas dos décadas, y que la adopción de una política monetaria más restrictiva por parte del banco central no ha logrado contener la tendencia alcista. Sin embargo, cabe observar que el aumento en los precios de alimentos se encuentra tres puntos por encima de la inflación general, que en octubre pasado llegó a 7.05 por ciento, lo cual sugiere que no todo el incremento se explica por el fenómeno inflacionario.
Más allá de las causas detrás de los elevados precios de los alimentos, el hecho es que el encarecimiento de los productos más indispensables ya lastima de manera sensible la economía de millones de hogares mexicanos, y en particular a los sectores más pobres y a quienes vieron mermados sus ingresos por los efectos de la pandemia. En este contexto, es necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto para prevenir que la inflación se tome como pretexto para posibles alzas injustificadas, así como para evitar que la carestía de los víveres se prolongue o se salga de control.