Los estadunidenses ganan 2-0
Jueves 30 de septiembre de 2021, p. a11
Como en los viejos tiempos, Cruz Azul perdió víctima de su propios errores. Cayó 2-0 ante el Columbus Crew, que jugó en su casa en Ohio y se quedó el título anual de la Campeones Cup. Los dos monarcas en sus respectivas ligas se disputaban también el orgullo del futbol de dos países. Pero la Liga Mx sucumbió en los botines celestes y fue la MLS cada vez más fuerte y protagónica la que se quedó el trofeo.
Una jugada trajo a la memoria aquel Cruz Azul de vocación dramática, aquel que parecía acostumbrado a complicarse la existencia como parte de su propia esencia. Apenas iniciaba el partido y un autogol de Bryan Angulo puso a los celestes abajo en el marcador. Un tiro libre y el jugador cementero saltó, cabeceó a su portería y metió a Chuy Corona en problemas, sin posibilidad alguna de impedir el gol.
El Columbus con el regalo inesperado se concentró en defender y esperar la oportunidad para salir al contrataque. El equipo estadunidense amotinado en su área y La Máquina presionando con todo su potencial ofensivo, pero ahí se debatía su suerte.
Con casi nada de desgaste, Columbus Crew se fue al descanso con la ventaja mínima. Los celestes habían hecho todo, presionar, el futbol y el gol, aunque en puerta propia.
El regreso a la cancha exigía más opciones de ataque y Jonathan Cabecita Rodríguez entró para eso. La primera pelota que tuvo y estuvo tan cerca, pero el remate lo desperdició al mandarla encima del travesaño.
Con los brazos en jarra, el técnico celeste Juan Reynoso menea la cabeza angustiado. El equipo mexicano juega bien, está encima del rival, pero no consigue hacer el último toque con éxito. El gol parecía posible para los celestes, pero cosas del futbol, llegó para el equipo que estaba contra las cuerdas. Otra vez en un tiro libre, Zelayarán disparó al área, la confusión dejó la pelota para Jonathan Mensah, quien asestó un cabezazo furioso que fue directo a la red, aun cuando Corona alcanzó a manoterla. Dos goles en contra ya parecían irreversibles al 74.
El tiempo se agotaba y los recuerdos de triunfos al alcance que se esfumaban se avivaron en Cruz Azul y su aficionados. Cada minuto se les escapaba ese trofeo que reclamaban para mantener la idea de una hegemonía del futbol mexicano sobre el estadunidense y la ansiedad lo expresaba en la cancha.
Y a la Celeste, como un trabalenguas: se podía, pero no se pudo.