Con la 4T y la necesidad de corregir muchos aspectos de la política pública en México, llegó un concepto y una práctica cuyo objetivo es lograr una mayor justicia sobre todo para los “nunca atendidos” y para el ambiente.
Los datos existentes hasta el sexenio anterior sobre la pobreza creciente en el campo, las altas tasas de desnutrición, morbilidad y la creciente violencia son alarmantes. De igual manera la información sobre deforestación, pérdida de fertilidad de los suelos agrícolas, la creciente aridez en muchas regiones, altos niveles de contaminación en suelos, aguas y en muestras sanguíneas y de orina obtenida en gente del campo, también eran asuntos que había que atender urgentemente.
Una de las estrategias instrumentadas por la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador fue introducir a la agroecología como un modelo de producción que a la vez de producir satisfactores, protegiera y mejorara al ambiente.
Así aparecieron programas tan importantes como Sembrando Vida en la Secretaría del Bienestar y Producción para el Bienestar de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Iniciado el sexenio, en la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se dio lugar al proceso de formación de la Dirección General de Agroecología y Patrimonio Biocultural (DGAyPB), misma que será oficializada en cuanto sea aprobado su nuevo Reglamento Interior.
Esto significará un importante logro a nivel mundial ya que será la primera Secretaría del Ambiente en contar con una Dirección General de esta naturaleza.
Este avance tiene una razón muy clara: hasta ahora el ambiente ha sido considerado como una variable de poco respeto en los procesos de desarrollo agrícola, no obstante que los indicadores y la bibliografía científica indican un daño creciente sobre la naturaleza causados por la producción de alimentos.
Para nadie es un misterio que la producción agrícola ha seguido, desde la década de 1960, un modelo que ha privilegiado el uso de agroquímicos inorgánicos, maquinaria agrícola, riego y semillas mejoradas por fitomejoramiento científico, partiendo de la premisa de que el incremento de la producción traería consigo el abatimiento del hambre.
Sin embargo, la “revolución verde”, ahora llamada “agricultura industrial”, no ha cumplido su objetivo de alimentar a toda la población y sí, en cambio, ha polarizado la vida rural generando un pequeño sector altamente favorecido y otro gran sector fuertemente empobrecido, contando el primero con el apoyo de la investigación oficial, de subsidios económicos y materiales importantes además de las últimas innovaciones de la ciencia y la tecnología, mientras que los segundos, tienen que soportar los bajos precios a sus cosechas y el creciente costo de los insumos de producción a los cuales se les ha hecho dependientes.
Por otro lado, la administración pública neoliberal estaba más preocupada por mantener una macroeconomía sana sostenida con préstamos internacionales, que por entender que la gran riqueza biótica de nuestro territorio, que es la quinta de mayor biodiversidad del mundo, se fincaba en la organización y la cosmovisión de los pueblos originarios, cuyo manejo de la naturaleza no se basa en la explotación irracional de los recursos naturales sino en el respeto a todo lo que rodea al ser humano, esto es, sus selvas y bosques, su agua, su fauna silvestre, etcétera.
Esto último fue considerado al planearse la DGAyPB ya que, en las condiciones de nuestro país, la agroecología no solo está destinada a lograr una producción sana, sino también justa y equitativa considerando que los sistemas de producción tradicionales son en esencia agroecológicos y resilientes, y que las estrategias bioculturales de supervivencia de los pueblos originarios son producto de una persistencia milenaria.
Por lo anterior, la DGAyPB está trabajando en diferentes frentes básicos como son: la difusión y promoción de la agroecología y la defensa del patrimonio biocultural; el trabajo cercano con organizaciones de productores, universidades y asociaciones de productores; la formación de Escuelas Agroecológicas para la Sustentabilidad con su piloto: la Escuela Agroecológica Chinampera; en los viveros de Coyoacán en la Ciudad de México, también de manera piloto se trabaja un complejo agroecológico y biocultural consistente en un Huerto Urbano Agroecológico, un Jardín de Polinizadores y un Jardín Biocultural; se está impulsando el primer Tianguis Agroecológico; se trabaja en el proyecto de una Norma Mexicana sobre Agroecosistemas con enfoque Agroecológico; se están desarrollando el Sistema Nacional de Información del Patrimonio Biocultural y una base de datos de experiencias agroecológicas; se han impartido diferentes cursos y talleres de capacitación; se trabaja el proyecto de la conformación de redes de promotores de la agroecología y de guardianes del patrimonio biocultural. Finalmente, se trabaja en la preparación de una plataforma virtual denominada “Agroecología y sustitución del glifosato” próxima a darse a conocer..
Para concluir cabe mencionar que la austeridad presupuestal no ha sido un obstáculo ya que mucho de lo desarrollado es en colaboración con diferentes áreas sustantivas del sector ambiental y con algunas otras Secretarías y dependencias que forman el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (GISAMAC).Nuestra divisa: producir conservando y conservar produciendo. •