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Arribo de expulsados por EU ahonda el problema

Desbordada, capacidad de atención a migrantes en Chiapas y Guatemala
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▲ Lancheros cruzan a indocumentados por el Suchiate a territorio mexicano por 60 pesos o 20 quetzales, cuando el río está crecido.Foto Víctor Camacho
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Periódico La Jornada
Miércoles 8 de septiembre de 2021, p. 11

Al igual que en Tapachula, Chiapas, del otro lado de la frontera entre México y Guatemala la capacidad de atención a los migrantes está desbordada.

No se observa el mismo escenario que en territorio chiapaneco, donde miles de haitianos pernoctan en las calles, sin servicio médico y con dificultades para conseguir alimentos, ya que no buscan quedarse, por lo que la mayoría sigue de paso sin detenerse, coinciden guatemaltecos. No obstante, la casa del migrante está al tope de su capacidad, con un aforo que tuvo que ser reducido por la pandemia. También el retorno de guatemaltecos deportados por las autoridades migratorias de México está en aumento.

Esvin Marroquín, párroco del templo del Señor de las Tres Caídas, en Tecún Umán, Guatemala, relata cómo la combinación entre Covid-19, pobreza, violencia y corrupción ha puesto en riesgo a toda Centroamérica.

No van a parar la migración, van a continuar los flujos de personas; además, por la situación mundial de la pandemia y los desastres naturales, creció más todavía, advierte desde la oficina parroquial, donde atiende a los fieles que hacen fila para que los reciba.

Explica que ya no se registran caravanas, pero el tránsito de migrantes no se ha detenido. Se combina con la llegada hasta de siete u ocho camiones de personas deportadas. Aunque sólo deberían recibir a guatemaltecos, también retornan desde México a haitianos y de otras nacionalidades, quienes requieren atención, porque al llegar no traen ni un peso o quetzal en la bolsa.

Al mediodía, Luis y Carlos, dos jóvenes hondureños, descansaban en la plaza principal de la localidad, cabecera de la municipalidad de Ayutla. Acuden una vez al mes desde hace medio año que llegaron a Guatemala, porque ahí es donde presentaron su solicitud de refugio, que fue aceptada luego de huir de una pandilla.

Llegar al río Suchiate (límite entre los dos países) les tomaría 15 minutos, pero prefieren quedarse. Muchos les advierten que ir a territorio mexicano es complicado, dice Carlos, en un intento por ser amable, aunque en seguida expresa: todos dicen que allá nos tratan muy mal; no nos dejan ir, nos detienen, no hay comida; mejor no voy.

En la capital de Guatemala, su nuevo hogar, los tratan muy bien, pero en la frontera los discriminan.

Un agente de la oficina migratoria de esa nación revela que las autoridades locales convocaron a una reunión este miércoles para analizar qué harán ante la llegada de migrantes desde el interior de Centroamérica, ya que la población quiere ponerles un alto.

Cruzar la frontera no representa mayor reto para nadie. Del lado mexicano, un par de elementos del Instituto Nacional de Migración y de la Guardia Nacional custodian el sitio, pero sólo para corroborar que no haya disturbios.

En el Suchiate hay decenas de balsas construidas con una base de madera, cuyos remeros, apoyados con una vara de unos cuatro metros, cobran 20 quetzales (60 pesos) por cruzar cuando el río está crecido.

Su principal actividad es el transporte de mercancías. Desde las 4 de la mañana y hasta las 8 de la noche, las embarcaciones improvisadas van repletas de refrescos, papel sanitario, toallas femeninas, galletas, costales de azúcar o licuadoras para surtir comercios en Guatemala.

En sentido opuesto se traen verduras, frutas y frituras, para vender en mercados de Ciudad Hidalgo, pero también usan las balsas personas que sólo quieren ir o venir.

Afirman que el transporte es únicamente para quienes tienen documentos, pero nadie los pide, ni de un lado ni del otro. Aun así, la mayoría de los migrantes, casi todos haitianos, no pasan por ahí. Lo hacen a medio kilómetro del puente fronterizo, por un pago a los balseros de más del doble.

Ingresar a Chiapas desde Tecún Umán por la vía oficial, en el puente limítrofe, tampoco representa mayor problema para los mexicanos. El único filtro es un policía que pregunta la nacionalidad, sin verificar con algún documento. Del lado guatemalteco, un agente pide identificación a quiuenes pretenden atravesar.

Ya en México hay tres retenes antes de llegar a Tapachula, pero un kilómetros antes de cada uno también abundan quienes cobran a los migrantes por guiarlos para rodear estos puntos.