La pandemia mostró las vulnerabilidades de los Sistemas de salud y de seguridad a nivel mundial y en México. Los trabajos considerados esenciales son también trabajos que han tenido problemas de acceso a la seguridad social. Este es el caso del trabajo jornalero agrícola que realizan las personas que son contratadas para trabajar en actividades de siembra, cosecha y cuidado de cultivos en tierra ajena. Es importante aclarar esta diferencia para no confundirlos con los llamados “campesinos” que son personas que sí tienen la posibilidad de trabajar en una parcela propia o bien tienen derecho por ser ejido o de tipo comunal.
Las personas que realizan este trabajo en México y en muchas partes de América Latina no pueden salir de una condición de pobreza y vulnerabilidad social por tres razones principales: a) porque tienen bajos salarios a pesar del esfuerzo físico y de la destreza que se requieren las labores agrícolas; b) porque los empleadores violan la ley laboral; y, c) porque los servidores públicos en materia de vigilancia de trabajo y de salubridad no cumplen con su trabajo. Los trabajadores sufren maltratos, les hacen trabajar en jornadas mayores a las 8 horas que señala la constitución y víctimas de la delincuencia cuando tienen que trasladarse a su lugar de trabajo.
Esta violación de la ley laboral por parte de los patrones tiene repercusiones estructurales en el largo plazo para estos trabajadores más allá del acceso a la salud, en aspectos como: falta de protección en caso de incapacidad o muerte, crédito para vivienda, e imposibilidad de ahorro para el retiro. Estos problemas han sido estudiados en México y América Latina desde hace décadas en diversos trabajos académicos y de organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo.
Ante estas circunstancias la llegada del COVID-19 vino a sumar riesgos sanitarios a los trabajadores, y a sus familias. La Red Nacional de Trabajadoras y Trabajadores Jornaleras Agrícolas a lo largo de 2020 documentó y realizó reiterados llamados a las autoridades a disponer de medidas de protección para los jornaleros, especialmente para aquellos que viajan en grupos familiares, que puede incluir a personas de alto riesgo como trabajadores con enfermedades crónicas, mujeres embarazadas y adultos mayores. En general está presente el riesgo de que los jornaleros se contagien en sus lugares de trabajo y aún a pesar de ser asintomáticos, contagien a sus familiares en sus casas o en sus comunidades.
En sus lugares de trabajo es muy difícil evitar el trabajo en proximidad física, y hay muy pocos casos en los que se aplican protocolos de trabajo orientado a prevenir contagios. En muchos sitios de trabajo ni siquiera tienen acceso a agua para lavarse las manos ni a instalaciones sanitarias. Además de lo anterior la pandemia provocó situaciones peligrosas para los jornaleros como cuando las comunidades de los sitios de trabajo deciden no permitir el acceso de trabajadores migrantes. Algunos de los casos documentados por la Red Nacional de Jornaleras y Jornaleros Agrícolas ocurrieron en Baja California, Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí. (http://cecig.org.mx/jornaleros-comunicados/) Esta situación es un riesgo porque muchos de los trabajadores no cuentan con recursos para regresar por su cuenta a las comunidades de origen ni para pagar alojamientos esperando a que autoricen su entrada.
Una de las políticas de control epidemiológico más importantes fue el llamado a quedarse en casa, esto es imposible para las personas que dependen de un trabajo de bajos ingresos como los jornaleros agrícolas que no cuentan con ahorros para dejar de trabajar por periodos de tiempo. En ese sentido llama la atención que no hubiera programas especiales de apoyo para los trabajadores agrícolas en contraste con el caso de los trabajadores industriales y de servicios que sí tuvieron una protección activa de las autoridades laborales que llamaron a evitar despidos, reducciones salariales y, en su caso, a favorecer el trabajo a distancia; además de los microempresarios, y comerciantes que tuvieron acceso a créditos a la palabra como incentivo para no despedir personal.
Es tiempo de que haya un cambio de mentalidad social que valore la importancia del trabajo que realizan los jornaleros. Los que pudimos quedarnos a trabajar en casa durante la pandemia debemos reflexionar sobre el enorme esfuerzo y riesgos que enfrentan las personas que producen los alimentos, que incluso en muchas ocasiones recibimos cómodamente hasta la puerta de nuestras casas mientras que alrededor de 2 millones de trabajadores agrícolas en el país no pudieron guardar ningún tipo de cuarentena. y a su trabajo de por sí precarizado sumaron el riesgo para ellos y sus familias de lo que significó la pandemia del COVID-19. •