Número 166 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Lloviendo sobre mojado: Pandemia y trabajo agrícola
Jornaleros de cuadrilla en arrancada de cebollín, Huitzililla. Jissel Muñoz

Sonora

Vidas vulneradas: prevención y cuidado ante el COVID-19 en población jornalera

María del Carmen Arellano Gálvez y José Eduardo Calvario Parra El Colegio de Sonora

El trabajo esencial del campo no paró ni ha parado en los distintos momentos de la reciente pandemia por COVID-19. A partir de una de investigación realizada en dos comunidades de Sonora, El Poblado Miguel Alemán y Estación Pesqueira, reflexionamos sobre la situación que vivió la población jornalera. Alrededor de estas comunidades se ubican campos agrícolas de exportación para la producción de uva de mesa y hortalizas principalmente. El crecimiento de estas localidades se relaciona con el asentamiento de migrantes del sur-sureste de México que han hecho de estas comunidades su espacio de vida y lucha cotidiana.

En la investigación realizada de junio a noviembre de 2020, encontramos que las personas jornaleras continuaron movilizándose de sus lugares de origen hacia los campos agrícolas; también la población asentada continuó trabajando, aunque con algunas limitaciones para las mujeres, adultos y adultas mayores así como para personas con enfermedades preexistentes.

No había oportunidad de parar, la necesidad de comer era y sigue siendo más apremiante que la enfermedad. Así, la oportunidad de cuidarse entre las y los jornaleros se condiciona por la incredulidad ante la enfermedad, “es cosa del gobierno”, pero también por la situación de vida que poco margen deja para las medidas de prevención. La sana distancia no encuentra cabida en espacios habitacionales reducidos, en donde la limpieza libra una batalla constante con la carencia de agua para el consumo humano y el uso doméstico.

En los campos agrícolas las medidas de prevención fueron diferentes: en unos se instalaron túneles de sanitización y espacios para el lavado de manos antes de entrar a laborar. En otros la jornada continuó como siempre. El uso del cubrebocas en muchos de los casos fue y es reemplazado por los pañuelos (paliacates) los cuales cubren casi la totalidad del rostro.

Sin embargo, lo que pasa antes de ingresar a la puerta de los campos no es asumido como una responsabilidad laboral. Quienes presentaban algún síntoma como fiebre no eran recibidos en el lugar de trabajo y debían regresar a la comunidad con sus propios medios o bien, esperar a que los demás terminaran su jornada. También debían buscar cómo atender esos síntomas fuera o no COVID-19. Este cuidado en el espacio laboral se da a puertas adentro y la posibilidad de evadir la atención se relaciona con la ausencia de contratos laborales, mientras que se manda a descansar sin goce de sueldo a quienes son sospechosos/as de padecer COVID-19.

El traslado es y sigue siendo un eslabón perdido en la cadena de cuidados, ya que continuó siendo el mismo: las camionetas que funcionan como taxis transportaban más cantidad de la permitida. Si bien, algunas personas comentaron que estas eran sanitizadas antes de subirse, igual iban “amontonados”. El transporte recibió poca atención por parte de las autoridades sanitarias y de comunicaciones y transportes. Durante nuestro trabajo de campo encontramos que los camiones provenientes de las localidades de origen, siguieron llegando con gran cantidad de personas cuya constante fue la ausencia de cubrebocas. De Miguel Alemán y Estación Pesqueira también salieron camiones de pasajeros hacia otros centros agrícolas siguiendo las temporadas de cosecha.

Sin embargo, la población jornalera no es pasiva, implementa cuidados que más allá de las recomendaciones de las instituciones de salud se centran en saberes como el consumo de algunos alimentos de origen natural como los quelites, brebajes y tés para fortalecer el sistema inmune. Esta práctica de autocuidado indica la capacidad de cuidarse y de cuidar a otros como parte de la prevención. Lamentablemente, son las jornaleras las que más realizan actividades de cuidado, atención y prevención del COVID-19 y de otras enfermedades; aunque algunos varones participan, en su mayoría asumen actitudes machistas restando importancia al trabajo del cuidado realizado principalmente por las mujeres.

Estos hallazgos nos invitan a cuestionarnos sobre las medidas de prevención ante el COVID-19, pero también ante muchas otras enfermedades que más allá del discurso oficial, encuentran en las condiciones de vida la imposibilidad de implementarse, de ahí que las políticas de salud requieren considerar las desigualdades que ubican en distinta posición a los grupos sociales ante los riesgos potenciales de contagio. Nos permite también reflexionar sobre los protocolos de prevención dentro y fuera de los campos agrícolas, en pensar en la responsabilidad más allá de no ver afectada la cadena de producción al interior de los campos, y poner en el centro el cuidado a la salud de la población jornalera como un asunto de derechos y de justicia social. •

Trabajadores del día. Linnaea Mallette