En 2017 tuve el gusto de asistir a la Séptima Feria de la Agrobiodiversidad en el ejido de Unión Zapata, municipio de San Pablo Villa de Etla, Oaxaca, un espacio de gran relevancia porque ahí se localiza la famosa cueva donde fueron descubiertos vestigios de la domesticación de especies como la calabaza, el chile, el frijol y el maíz. En el encuentro participaron alrededor de 400 productores provenientes de las ocho regiones del estado, interesados en compartir no sólo sus semillas, sino también la forma como se relacionan con ellas.
Uno de los objetivos consistió en sensibilizar a los asistentes a favor de lo que representan la producción de alimentos a escala comunitaria, el cuidado de las semillas y la conservación de la biodiversidad.
En este espacio cobró evidencia la trascendencia que tiene nuestro territorio como centro de origen y de domesticación de muchos alimentos que hoy en día poseen una enorme importancia, principalmente porque son la base alimentaria de muchos pueblos del mundo.
Recorrí los diferentes pasillos donde productoras y productores acomodaban sobre petates la gran variedad de alimentos cultivados en sus tierras, como maíz, frijol, calabaza, chile, ejote, chayote, cacao, ajo, amaranto, jamaica, jícama, ajo, etc. Por supuesto, entre ellos no podía faltar el jitomate, pero no el saladete que hoy en día inunda los mercados y supermercados comerciales, sino el jitomate nativo, que sigue siendo conservado, cultivado y cuidado por muchas mujeres y hombres que habitan diversas comunidades a lo largo de México.
De acuerdo con diversas fuentes, como ya vimos en las páginas de este suplemento, aunque el jitomate es originario de los Andes, su domesticación y las distintas variedades se las debemos a las culturas mesoamericanas. Desde épocas prehispánicas aquí era un alimento utilizado en múltiples platillos. Posteriormente, según precisan Cristina Barros y otros, en el siglo XVI este fruto fue llevado a Europa, donde poco a poco se introdujo en distintas culturas, hasta convertirse con el paso del tiempo en un alimento básico dentro de la gastronomía de numerosos países alrededor del planeta.
Actualmente, México se encuentra dentro de los diez principales productores de jitomate, encabezados por China. Sin embargo, al analizar esa lista vemos con preocupación que la mayor parte del jitomate que se produce en el país no es el nativo, ya que ha sido desplazado por el saladete, el cual representa más de 80% del total de la producción nacional.
Por esta razón, mujeres y hombres desde distintos frentes continúan tratando de tejer alianzas para impulsar una red que permita generar actividades en torno a la preservación de este importante alimento, involucrando a los diferentes actores que forman parte de la cadena de valor del jitomate ancestral, en distintos estados de la república mexicana, con el fin de contribuir a la soberanía alimentaria de nuestro país.
Se pretende que esta red sea conformada por productores de jitomate nativo pertenecientes a diversas comunidades de México, investigadores nacionales e internacionales de diferentes instituciones académicas, organizaciones sociales que creen en los procesos colectivos y mercados locales que detonan parte del tejido social alrededor de los alimentos.
La Red Xitomatl impulsaría distintas actividades ligadas a la cotidianidad de las comunidades, tomando en cuenta los siguientes ejes:
- Considerar el jitomate nativo como uno más de los alimentos estratégicos para contribuir a la soberanía alimentaria de los pueblos y de México.
- Revalorizar la vida campesina, con el objetivo de promover el sentido comunitario y colectivo en torno a los procesos relacionados con los alimentos.
- Revalorizar el vínculo con los alimentos, considerando los procesos locales y la producción de manera agroecológica.
- Retomar los hábitos alimentarios sanos y culturalmente adecuados, principalmente ante la situación que vive el país en términos del deterioro de la salud.
- Fortalecer procesos de economía social en los pueblos que aún continúan sembrando los jitomates ancestrales.
- Exigir e impulsar políticas públicas en torno al jitomate a escala federal, estatal y municipal.
- Establecer vínculos con mercados que promuevan el consumo local en los estados de la república.
- Concertar alianzas con restaurantes, cocineros, cocineras y chefs interesados en nuestros jitomates nativos y en la promoción de sus semillas.
En este sueño andamos caminando junto con Gabriela Toledo, Martha Elena García, Guillermo Bermúdez y muchas personas más que buscamos retejer la vida comunitaria alrededor del xitomatl y, de este modo, conservar la semilla ancestral que tanto representa para nuestras culturas. Un tesoro biocultural del que todos los mexicanos nos debemos sentir muy orgullosos. •