Número 165 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
 

EditorialLa vacunación como movimiento social

Heraldos negros

Lo que sigue no ocurrió, pero pudo ocurrir. De visita en México el Papa Francisco quiso conocer Xochimilco. Recorría las chinampas con el presidente cuando un fuerte viento le alzo el solideo que fue a dar al canal. De inmediato Andrés Manuel saltó de la trajinera, caminó sobre las aguas recogió el sombrerito papal, regresó caminando sobre las aguas y se lo devolvió al sorprendido Francisco. Al día siguiente los diarios cabecearon: ¡López Obrador no sabe nadar! y en redes se viralizó amlononadaninada.

La derecha mexicana y con ella los medios de comunicación y redes sociales que le hacen coro se refocilan en una guerra de lodo contra el presidente y la 4T. Campaña negra en que se vale todo: impúdicas falsedades, calumnias, exageraciones evidentes, ocultamientos… salpimentados de ofensas, insultos y escupitajos.

“La propaganda no debe cuidarse de la verdad. Debe decir muy poco y repetirlo constantemente”, escribía Hitler. Y completaba Goebbels quien era su ministro de propaganda: “Basta decir una mentira cinco veces para que el pueblo la crea y siete para la crea quien la produjo”. Lo sostuvo Theodor W. Adorno para el fascismo y vale para México: “La derecha ataca espectros más que opositores, construye una imagen y la destroza sin preocuparse por la correspondencia de esta imagen con la realidad”.

El tono dominante de la mefítica andanada emitida desde las cloacas de la reacción es el catastrofismo; las malas noticias casi siempre inventadas o sacadas de contexto: ¡Esconden los muertos! ¡Huyen los capitales! ¡Habrá más apagones! ¡Choque con Biden! ¡Las vacunas matan! ¡Ya viene el hongo negro!...

A resultas de su estruendosa derrota, los reaccionarios de por acá ya no venden promesas de felicidad sino imágenes apocalípticas. Desfondados en 2018, nuestros conservadores tuvieron que abandonar el fraseo optimista de los tiempos en que eran hegemónicos y se han vuelto agoreros del desastre; aves carroñeras que zopilotean sobre la desgracia que los alimenta. Heraldos negros.

“La existencia puede ser maravillosa”

El jueves 20 de marzo murió de cáncer el cantautor Roberto Gonzales. Una semana antes había escrito una carta al Correo Ilustrado de La Jornada, donde entre otras cosas agradecía la “buena organización y el ambiente cívico-festivo”, conque lo habían vacunado contra la Covid-19. Roberto murió vacunado, agradecido y si es posible feliz: “La existencia puede ser maravillosa aun en las condiciones en que nos ha tocado ser y estar”, escribió en su carta póstuma. Y esta me parece una buena forma de morir.

Y es también una buena forma de ir regresando a la vida. En México la vacunación está siendo una fiesta, un encuentro gozoso, un tránsito esperanzador por el que millones de mexicanas y mexicanos que por más de un año estuvimos encerrados huyéndole al virus, salimos de nuevo a la luz en medio de música, baile y algarabía. Celebramos los inmunizados y celebran también los jóvenes que, aunque tienen que esperar saben que sus viejos ya están a salvo y van a recuperar la vida que por muchos meses el Covid-19 secuestró.

Ya nos hacía falta. Más allá de la hazaña de conseguir vacunas suficientes y de las indudables virtudes de la estrategia con que se están aplicando, la importancia de la masiva inmunización radica en que es por fin una buena noticia, una esperanzadora experiencia colectiva con la que vamos retomando el paso.

Las vivencias de vacunación que hemos recogido en este Suplemento dejan ver que más allá de su importancia clínica y epidemiológica, irse a vacunar y estar vacunado tiene una enorme importancia simbólica. Sabemos que la protección no es total ni permanente, sabemos que la mayoría aún no está vacunada, sabemos que el virus sigue ahí… y no bajaremos la guardia. Pero lo importante es que no terminamos en la lona y que por fin salimos tirando golpes de la esquina en que el virus nos tenía acorralados. Ahora estamos seguros de que esta pelea la vamos a ganar… y por eso la vamos a ganar. La vacunación ha sido la magia.

Sueños vs pesadillas

Mientras unos nos reencontramos con la vida otros difunden augurios de muerte; mientras unos por fin esperanzados somos optimistas, otros de suyo sombríos son cada vez más pesimistas.

Las derechas que en el mundo han ido; desde la fascista hasta las que en la América Latina progresista conspiran para restaurar oligarquías y neoliberalismo, son muchas cosas, pero sobre todo son fúnebres, panteoneras, catastrofistas. Lo suyo son los malos augurios y cuando no hay noticias infaustas las inventan o las fabrican.

La dimensión sombría de un triunfalismo nacionalsocialista a la postre sustentado en el miedo la señala Simone de Beauvoir en Pensamiento político de la derecha: “La ideología nazi convertía el pesimismo en voluntad de poderío”.

Y no solo el fascismo histórico fue apocalíptico, lo son todas las derechas. A raíz de la Revolución Francesa de fines del siglo XVIII, de las insurgencias de la llamada “primavera de los pueblos” en el XIX y de las grandes revoluciones del XX, los conservadores y restauradores del viejo régimen se volvieron “Heraldos negros”, agoreros de la catástrofe que según ellos conllevan las transformaciones justicieras y en particular los cambios de fondo, los cambios revolucionarios. Espantar con el petate del muerto y sembrar el caos para evitar el presunto caos al que conducen las reformas progresistas ha sido es y será el libreto de las derechas. Entre ellas la mexicana.

Es el suyo un manipulador e interesado pesimismo reaccionario al que hay que oponer el optimismo: el optimismo esperanzado de los pueblos y el optimismo razonado de las izquierdas. Porque la esperanza, cuando prende en la gente, es más poderosa que todas las campañas negras, fake news y catastrofismos que puedan orquestar los conservadores.

Vacunas de esperanza

En México inmunizarse devino un movimiento social suigéneris, una acción colectiva multitudinaria en que pueblo y gobierno van juntos, un despliegue social e institucional solo comparable por su capacidad de convocatoria con las expropiaciones cardenistas.

Estamos en medio de un gran movimiento sanitario que compromete a gran parte del aparato estatal tanto federal como de las entidades federativas y los municipios, poniendo de manifiesto que si otras emergencias proyectaron a la llamada sociedad civil en sustitución de gobiernos omisos, esta patentiza la importancia creciente y decisiva de los gobiernos en el manejo de las dimensiones más sensibles y los episodios más agudos de la Gran Crisis.

Vacuna para todos. Marcelino Gómez Brenes

Sin los haberes y saberes de los Estados, sin los recursos humanos y materiales de las instituciones públicas no podremos hacer frente a los desafíos del cambio climático, el estrés hídrico, la conversión energética, la recesión económica, el incremento de la pobreza. Estado y sociedad, con menos no salimos. Y el vuelco subjetivo propiciado por la campaña de inmunización es un buen ejemplo.

En nuestro país la vacunación se transformó en un movimiento de esperanza. Y la esperanza es invencible. Por eso la derecha trata de desactivarlo inflando mediáticamente eventos intrascendentes: “Ya vieron que no pasó el líquido de la jeringa”. “La verdad es que no están vacunando”. “Ni creas que ya te inmunizarse”. “Qué tal si es agua…”. En vano. En los grandes puntos de vacunación la gente sigue cantando y bailando. Y lo bailado nadie nos lo quita.

En México se inmuniza contra el SARS-Cov-2 pero también contra el desánimo, contra el pesimismo, contra la guerra sucia. No se las de otros lados, pero las de aquí son vacunas de esperanza. •