Número 165 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
VACUNAS DE ESPERANZA

Sierra O'Dam de Durango

Covid-19, campañas y otras enfermedades

Selene Galindo  

Según datos oficiales, en el municipio El Mezquital, Durango se han dado 86 casos de COVID-19 con letalidad del 6.98% en lo que va de la pandemia. Esta información dice poco si no la contrastamos con la de otras poblaciones o consideramos que el número de habitantes es de 33,396 en todo el municipio y más del 85% se auto adscribe como indígena. Interpretar datos estadísticos tiene muchos factores a considerar. En este caso, hay gran cantidad de contagios que ni siquiera figuran en la información oficial. Cada que pregunto a alguien de mi tierra si él, ella o sus familiares han padecido esta enfermedad, la respuesta es similar “no, aunque en realidad no se sabe. Nos ha dado gripe, al modo que dicen que es el Coronavirus, pero nos hemos curado solos”.

La pandemia ha puesto en debate, una vez más, el trabajo de los maestros y maestras, gu mamtuxi’ñdham. A finales de marzo de 2021, el Secretario de Educación de Durango expuso que han desertado 2 de cada 10 alumnos en la entidad. Señaló que la zona indígena es la que ha tenido menor deserción, explicando que es porque gu mamtuxi’ñdham tienen mayor contacto con sus alumnas y alumnos debido a que “muchos son de allá”.

La mayor deserción se registra en las colonias de la periferia de las zonas urbanas. El funcionario agregó que: “es ahí donde las familias están padeciendo más dificultades económicas, lo que imposibilita que sus hijos puedan acceder a internet”. Se les olvida que, la mayoría de la población perteneciente a pueblos indígenas, migrantes o residentes, viven en esas zonas. No solo las aproximadamente seis mil personas o’dam, sino los demás pueblos indígenas que tienen presencia en el estado y forman el 5.44% de la población total.

La pandemia y las campañas electorales tienen mucho en común: a) en imágenes y números descontextualizados no se ven tan mal. b) Ambos males, ko’kdai’ invisibilizan otras con presencia histórica que, con que los funcionarios de salud hicieran su trabajo mínimamente planeado, podrían ser erradicados. c) Están llenos de noticias falsas y desinformación. d) Los escándalos por los malos manejos de recursos alrededor de ambas, han demostrado que políticos y funcionarios son capaces de cualquier cosa para mantener su poder. Es así que, las vidas y dignidades humanas son un tema secundario o incluso terciario.

El 14 de febrero del presente año, el gobernador de Durango anunció que se inaugura la vacunación para adultos mayores, escribió: “hoy recibimos 12, 860 vacunas contra #COVID19, para iniciar la aplicación en los mpios de Mezquital, Tlahualilo, Indé, San Juan de Gpe y Tepehuanes (...)”. Honestamente sonaba esperanzador, más aún cuando el 29 de abril tuiteó: “(...) hoy iniciamos con la aplicación de la 2da dosis de vacunación para adultos mayores de 60 años, en Las Delicias #Indé, en San Francisco del #Mezquital, (...) #Canatlán, El Lucero #Tlahualilo y #PuebloNuevo en La Ciudad (...)”.

Muchos hemos puesto en la vacunación nuestra esperanza de “regresar a la normalidad”, y esto abre el debate, ¿a cuál normalidad? ¿La que es atravesada por la desigualdad que nos clasifica entre quién tiene derecho a vivir, por cuánto tiempo y qué tipo de vida?

De los casos de 30 adultos mayores del Mezquital que sondee para la redacción de este artículo, sólo una de ellas estaba vacunada con la primera dosis. En el caso de las otras personas, las respuestas variaron entre: “no me enteré”, “nadie aviso cuando eran las vacunaciones”, “no conseguimos raite para ir a la vacunación” o negativas porque la vacuna solo era para “matarlos” y que, “en caso de enfermarse preferían ir con un curandero, como han hecho siempre”.

Como buena acción gubernamental, los centros de vacunación se han quedado en las localidades con mayores servicios. Las de más fácil acceso desde la ciudad, es decir, para los funcionarios que aplican las vacunas y no para los adultos mayores que requieren ser vacunados. Me pregunto si los encargados de esta tarea “le echan las mismas ganas” que los candidatos en la “labor de convencimiento”, al menos en el caso de la vacunación sería para un bien. No dudo que haya más gente vacunada, claro que la hay, pero son pocos. Se está repartiendo la segunda dosis y muchos aún no reciben la primera.

¿Y mi fe en la humanidad? Obviamente no está en lxs candidatos que por una foto son capaces de juntar a la gente, sin importar si estamos en pandemia. Si ellos se enferman, tendrán la posibilidad de atenderse en un hospital privado. Porque su privilegio es tal, que les permite lanzar retos en Tiktok para “contagiarse con la familia y vivir juntos esta experiencia”.

Mi fe está en las personas que desde sus propios espacios siguen existiendo y viviendo dignamente, aunque para tiempos electorales sean denigrados y reducidos a “gente pobre” que funciona como botín político. Mi fe está en quienes hacen política a diario, que hacen de su existencia una prueba de resistencia. •