Sur de Veracruz
Buenas noticias entre un mar de dudas
Ondas de sonido cruzaban los vientos del norte en aquella tarde invernal en Acula, Veracruz, pequeño y antiguo pueblo de la cuenca baja del Papaloapan, cabecera municipal. Las partes del anuncio que alcanzaban a llegar daban algunos elementos: coronavirus… documentos… ocho de la mañana… Había un tono exultante en quien anunciaba, se sabía portador de una buena noticia. Al llegar a la entrada de la parcela de mi madre se detuvo y, después de dejar correr completo el audio grabado para el caso, repitió a voz en cuello aquel anuncio; le agradecimos. La noticia cundió, como el fuego en los cañaverales que se expanden por el municipio.
El 26 y 27 de febrero se vacunó a adultos mayores. Ha sido esperanzador, para esa generación tiempo de vida, para nosotros posibilidad de su compañía por más tiempo. La alegría brillaba en las miradas, se sentía en las voces que platicaban, risas ocultas tras los cubrebocas. Personas muy mayores o imposibilitadas no hacían la fila, que daba vuelta a la cuadra, aun cuando el Ayuntamiento instaló carpas en la entrada del Telebachillerato, para resguardarles del sol, y sillas para alivianar la espera.
Personal de la Marina resguardaba las vacunas de AstraZeneca que se aplicarían. Alguien dijo “eso es una exageración, ¿Quién va a querer robarse las vacunas? si aquí somos puros conocidos”, “es mejor, por si las moscas” respondió otra voz cercana. El personal del Ayuntamiento esos días trabajó, casi en su totalidad, apoyando la jornada. Gente de las comunidades llegaba en camionetas a la cabecera municipal para recibir su dosis. Una vez echado a andar el funcionamiento, aquello fluyó bien. La gente quedó contenta.
Acá hay personas mayores que han estado encerradas desde la Jornada Nacional de Sana Distancia, aun cuando hemos tenido semáforos en verde en el municipio y haber áreas por donde caminar libremente, obedeciendo al mandato “quédate en casa”, pensado para evitar aglomeraciones. Una vez más, la lógica de lo urbano imponiéndose sobre lo rural.
A veces las medidas de cuidado se exageran por el miedo, hay razones para ello. Estamos mal nutridos por una dieta cada vez más industrializada que nos debilita. En los hogares acultecos, como en mucha de la ruralidad mexicana, todos los días se consumen alimentos chatarra o ultraprocesados; las tierras agrícolas destinadas en su mayoría al monocultivo de caña de azúcar y menos a la producción diversificada de alimentos, o cultivados en monocultivo con agrotóxicos.
Hubo quienes decidieron no vacunarse por distintos motivos. Una abuela dijo: “Esa vacuna que se la pongan ellos, yo con lo que he vivido, ya estará de Dios mi fin”, y como ya previamente me había dicho “hay que cuidarse, pero tampoco es menester hacer tanta soflama”; tiene asumido que, si sus días finales están cerca, vale más prepararse para ellos que andarle huyendo a morirse. Eso habla de una sabiduría vital de sus años caminados, dejar para otras generaciones ese recurso de cuidado.
Hay líderes de opinión que difunden datos falsos. La pandemia que azota a la humanidad se ha reproducido tan rápido como las noticias erróneas, imprecisas y hasta malintencionadas por parte de algunas personas, actores políticos, medios de comunicación que buscan sacar ventaja, en distintos sentidos, de la pandemia misma. La pelea de poderes alimentando el mar de dudas con desinformación, han logrado que algunas personas no se vacunen. Otras no lo hicieron por creencias religiosas o miedo. Rumores de que con esa vacuna matarán a la población anciana, y se ahorrarán las pensiones, que se hicieron con fetos abortados... comentarios, historias, pocas evidencias, ruido.
Aún con todo, el número de personas mayores vacunadas fue de la gran mayoría. Las reacciones menores, de las varias personas con quienes he conversado después, un par sintieron dolor en el brazo de la inyección al hacer fuerza en su trabajo al día siguiente, sin más consecuencias. Los y las demás, vida normal mientras esperan la segunda dosis.
La pandemia y su cobertura, como gran acontecimiento global vivido, puede llevarnos a pensarla como nudo en una red donde se tejen el sistema económico, las macroeconomías, replanteamientos del Estado, la industria “alimentaria”, el cambio climático, la devastación ambiental, el respeto a la Tierra, al agua, a la vida, nuestros modos de producción, los cuidados y a quienes se les han cargado históricamente estos cuidados… para reinventarnos la vida. •