La segunda ola de contagios en la India hizo que el país pasara de tener una situación relativamente controlada, a una tragedia nacional en cuestión de semanas. Con 350 mil casos al día, la India es el país con más casos diarios registrados desde el inicio de la pandemia. Y según las predicciones de los epidemiólogos, la situación seguirá empeorando hasta agosto, alcanzando hasta 500 mil casos al día y más de un millón de muertes.
Cuando la pandemia llegó a la India el año pasado, el gobierno impuso una de los confinamientos más estrictos del mundo, que hasta cierto punto, fue de gran ayuda para contener los contagios. De hecho, la India podía presumir haber contenido la pandemia de manera mucho más exitosa que la mayoría de los países europeos, considerando el tamaño de su población y el alcance de su infraestructura. Pero el prolongado aislamiento causó estragos graves en la economía del país, y naturalmente, fue la población rural la que más se vio afectada, en un país donde el 65% de sus habitantes viven del campo. Al perder sus medios de sustento, morir de inanición era una riesgo más cercano que contraer el virus.
Los últimos 4 años he estado viviendo en el centro Isha Yoga en Coimbatore, la sede central de la Fundación Isha al sur de la India, en el estado de Tamil Nadu. La fundación es una organización espiritual sin fines de lucro formada por 9 millones de voluntarios alrededor del mundo. Fue establecida en 1992 por Sadhguru Jaggi Vasudev, un yogui y místico de la India.
Desde el comienzo de la fundación, los voluntarios han trabajado mano a mano con los habitantes de las poblaciones rurales en proyectos pioneros en materia de medio ambiente, educación, salud y revitalización de la comunidad. El sur de la India, Isha Outreach “una de las iniciativas sociales de la fundación” se ha convertido en un ejemplo de la transformación que la intención y el esfuerzo humano pueden provocar.
Los múltiples programas sociales están meticulosamente planificados y atendidos por más de 2 millones de voluntarios. Entre ellos se encuentra Isha Vidhya, que ofrece educación de calidad en 10 aulas totalmente equipadas en 9 distritos rurales del sur de la India. Y también Rally for Rivers, una iniciativa económica con impacto ecológico para revitalizar los ríos decadentes de la india, plantando árboles nativos y frutales en las orillas de las cuencas de los ríos y apoyando a los agricultores para hacer la transición de cultivos inorgánicos a la agroforestería.
Desde el marzo pasado, la Fundación Isha puso en marcha medidas de prevención y rescate en las aldeas de Coimbatore. El esfuerzo primordial es asegurarnos de que la inanición no sea la base del sufrimiento de estas comunidades. Cada voluntario está comprometido con hacer todo lo que esté en nuestro alcance para prevenir muertes por falta de alimento. En esa dirección, se establecieron cocinas comunitarias con altos estándares de higiene; también, repartimos a diaro “Nilavembu Kashayam”, un brebaje medicinal de hierbas amargas que refuerza significativamente el sistema inmunológico. Incluso, durante el estricto aislamiento del año pasado, los voluntarios que residimos en el centro de yoga, tuvimos la oportunidad de donar nuestra cena a la los habitantes de las aldeas.
Además de repartir alimentos, hemos equipado a los profesionales médicos y al personal de primera línea con equipo de protección y la infraestructura necesaria para responder de forma adecuada. Para los agricultores, proporcionamos ayuda para comercializar sus productos en el momento oportuno y hacer lo posible para que su trabajo diario no sea en vano. El objetivo es que los productos perecederos lleguen a los mercados lo más rápidamente posible para garantizar un precio justo para los productos frescos.
En un encuentro en línea donde Sadhguru se dirigió a los voluntarios y meditadores de la fundación, él recalcó que es fundamental que el país se asegure de que la siembra y la cosecha se hagan en el momento que deben de suceder, de lo contrario, el país entero sufrirá una grave escacez de alimentos durante todo el año siguiente. Por lo tanto, es menester asegurarnos de que la comunidad agrícola del país navegue a través de la pandemia y sus estragos con la menor dificultad, ya que el futuro de la población entera depende de qué tan en forma puedan hacer su labor.
Aunque la misión central de la Fundación Isha es el facilitar herramientas para la transformación espiritual a nivel global, los voluntarios tenemos un sentido de responsabilidad que no se límita a determinados rubros, lugares o personas. Desde mi experiencia, puedo decir que esta respuesta ilimitada y consciente a toda situación, ha sido un resultado orgánico de invertir tiempo en prácticas de meditación y yoga; y es una actitud que he notado constante en otros meditadores de Isha. Como Sadhguru mencionó en la reunión de voluntarios, no es ahora el momento de entrar en pánico o de lamentar la tragedia que se desenvuelve a lo largo del país, sino de responder con un comportamiento consciente y responsable, lo cual, en última instancia, es también la única solución para parar una pandemia que no ha dado indicios de que pronto llegue a su fin. •