Para comprender los efectos de los transgénicos en México, partimos de reconocer la riqueza biocultural que alberga su territorio, como Centro de Origen y Diversificación constante del maíz y 15% de las plantas que alimentan al mundo.
La milpa, combinación agronómica y alimenticia perfecta y diversificada, fue sostén histórico de un proyecto civilizatorio basado en el respeto a la naturaleza y en la buena comida: hoy sigue viva, en manos, memorias, sabidurías y experiencia milenaria heredadas por los pueblos originarios y campesinos que en su resistencia recrean continuamente las ciencias campesinas y ofrecen caminos llenos de alternativas ante la crisis planetaria actual.
Nos adentramos en las culturas del maíz y la milpa al respetar, escuchar, conocer y compartir la profundidad y diversidad de sus conocimientos y prácticas tradicionales adaptados a cada ecosistema, según cada geografía, sus suelos, aguas, semillas, comidas y gustos, para tejer verdaderos diálogos de saberes.
Juntos, podemos hacer investigación para la acción y caminar en el cuidado de la Madre Tierra y la reconstrucción de los tejidos sociales comunitarios. Con base en esos aprendizajes de matriz multidimensional que entrelaza en el calendario lo ecológico, tecnológico, económico, político, social, cultural, con lo ético y lo espiritual, entendemos la integralidad biocultural mega diversa cuidada por sus guardianes en comunidad; y podemos luchar contra la miopía antropocéntrica, la explotación de la Tierra y de todos sus seres, la fragmentación, la imposición, el autoritarismo, la discriminación y la exclusión, la dominación, la violencia y el despojo para beneficio de unos cuantos.
Esta lectura aplica para analizar las afectaciones de los transgénicos en ambiente, salud, economía y cultura y la violación de nuestros derechos individuales y colectivos. Cabe preguntarnos ¿cuánto cuesta prevenir? …y misión imposible: ¿cuánto costaría reparar los daños al ambiente, la salud, las culturas para la vida de las generaciones presentes y futuras?
Los organismos genéticamente modificados (OGM) han sido punta de lanza del modelo agroalimentario capitalista global, responsable de la crisis en curso (climática, socioambiental, alimentaria-nutricional, sanitaria-pandémica…). Siguiendo la ruta de la Revolución Verde, crece la concentración oligopólica transnacional de las semillas híbridas –convencionales y transgénicas– y de los agrotóxicos, así como las economías de gran escala ligadas a esos monocultivos que propician la deforestación y el acaparamiento de tierras.
Mediante megafusiones ahora tres gigantes biotecnológicos (Monsanto-Bayer, Dow-Dupont-Pioneer -ahora Corteva- y Syngenta-ChemChina) concentran más de 60% de las ventas globales de semillas y pesticidas. Tan sólo en México el valor del mercado de semillas fue de 1,850 millones de dólares en 2015, según datos de la Comisión Federal de Competencia Económica. Con prácticas monopólicas, especulación financiera, y control de granos y alimentos (Cargill, ADM, Bunge, Maseca…), dominan el sistema agroalimentario industrial que contribuye con 44 a 57% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (Grain, 2011 https://grain.org/article/entries/4364-alimentos-y-cambio-climatico-el-eslabon-olvidado).
Al amparo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora TMEC), crecieron las importaciones de maíz amarillo, con proporciones transgénicas cada vez mayores desde 1996 hasta alcanzar más de 90% en la actualidad, que han provocado la contaminación de maíces nativos (Quist y Chapela, 2001. https://www.nature.com/articles/35107068) y de nuestros alimentos a base de maíz (González-Ortega et al., 2017. https://www.uccs.mx/downloads/index.php?cid=articulos_agricultura_alimentaciony ACO, 2018. https://consumidoresorganicos.org/2018/10/17/los-resultados-la-relevancia-la-presencia-glifosato-transgenicos-en-la-harina-maiz-maseca-explicados/), además de las siembras ilegales de semillas transgénicas. El deterioro en la salud de los seres vivos, de los ecosistemas y la creciente dependencia alimentaria del país son evidentes.
Numerosos estudios científicos demuestran los impactos de los cultivos transgénicos en el ambiente y la salud. Las semillas Bt (con gen de la bacteria Bacillus thurigiensis) generan una toxina insecticida que afecta a la cadena alimentaria (a larvas de mariposas monarca, abejas, microorganismos del suelo…) durante todo el ciclo de vida de la planta, desde la raíz hasta la mazorca, y provoca la resistencia de insectos plaga, obligando a aplicar plaguicidas más tóxicos. Lo mismo sucede con las semillas Roundup Ready, con gen de tolerancia al glifosato, que provoca resistencia de malezas a los herbicidas y el incremento de las aplicaciones, incluso con químicos más tóxicos (como el 2-4D). En Estados Unidos y Canadá se autorizó la siembra y comercialización del maíz SmartStax que apila 8 transgenes, sin haber pasado por evaluación de sus efectos combinados, en México se importa para consumo.
Las evaluaciones de impacto han estado a cargo de las corporaciones (un reporte confidencial de Monsanto, publicado por orden judicial en 2005, mostró que el maíz MON863 era dañino para ratas). Estudios científicos independientes han revelado que los transgenes generan toxinas en el proceso y resistencia a antibióticos usados como marcadores (bacterias resistentes descubiertas en ríos cercanos a cultivos de OGM Bt en China por Sirinathsinghji, 2013. http://www.i-sis.org.uk/GM_antibiotic_resistance_in_Chinas_rivers.php); cambios químicos de la proteína Bt, con toxicidad e inmunogenicidad desconocidas (Schubert, 2013. https://www.uccs.mx/downloads/index.php?id=file_52b7e67083000); toxina Bt “claramente detectable y parece cruzar la placenta hacia el feto” como muestran huellas halladas en sangre de 93% de las madres embarazadas y en 80% de cordones umbilicales en el Centro Hospitalario Universidad de Sherbrooke, Canadá (Aris y Leblanc, 2011. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0890623811000566); daños inmunológicos y en crecimiento de puercos alimentados con MON810, en EE. UU. (Walsh et al., 2011. www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0027177); mutaciones, cáncer en anfibios y en familias rurales por glifosato aplicado sobre los campos de soya GM en Argentina (Carrasco, 2010. https://www.biodiversidadla.org/Principal/Prensa/Andres_Carrasco_con_mi_trabajo_sobre_el_glifosato_contribui_a_un_debate); tumores, muerte prematura, daños hepatorrenales en ratas alimentadas durante dos años con maíz NK603 y glifosato, en Francia (Seralini et al., 2014. https://enveurope.springeropen.com/track/pdf/10.1186/s12302-014-0014-5.pdf). En 2015 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC-OMS) determinó al glifosato como probable cancerígeno; los daños se documentan en 1,108 artículos científicos.
En las acciones colectivas en defensa del maíz emprendidas ante los poderes federales (legislativo, ejecutivo y judicial) hemos tomado en cuenta las contradicciones y trampas que existen en las leyes y políticas nacionales e internacionales, emanadas de negociaciones con los poderes corporativos. En los dobles filos usamos los que benefician al bien común, como el Principio de Precaución. México es una gran unidad territorial que no puede fragmentarse en centros de origen y centros de diversidad. La soberanía alimentaria se sustenta en tierras y aguas campesinas antes que su uso para exportar carne a otros países.
La disputa se libra en todos los niveles, los logros son moneda en el aire… En 2021 sigue vigente la suspensión de la siembra de maíz transgénico en México otorgada por un juez federal en 2013, como parte de la Demanda Colectiva contra las secretarías de Agricultura y Medio Ambiente y las transnacionales beneficiadas con los permisos de siembra de maíz transgénico.
En 2020 frenamos la iniciativa de reforma a la Ley Federal de Variedades Vegetales de un diputado aliado a los sectores empresariales que buscan la privatización de los recursos biológicos y genéticos y la criminalización de las semillas campesinas libres.
El Decreto presidencial del 31 de diciembre de 2020 ordena la eliminación progresiva del glifosato y no sembrar maíz transgénico en México. Han sido más de dos décadas de luchas contra los transgénicos por centenares de organizaciones campesinas, ambientalistas, defensoras de derechos humanos, comunidades, centros de investigación y ciencia comprometidos con el ambiente y la sociedad, personas, redes y campañas que nos hemos articulado, vinculando los mundos rurales y urbanos para elevar la conciencia y los lazos solidarios con las resistencias propositivas de resguardo de semillas libres, diversas y resilientes ante los efectos del cambio climático, las comidas tradicionales sanas, el agua y otros bienes comunes necesarios para la autonomía y la vida buena. •