La pesca ha sido fundamental en la vida de los pueblos de la costa del Golfo de México. A la fecha, sabemos que fue esta actividad, más que el cultivo de maíz, lo que permitió el establecimiento de algunas de las ciudades más importantes de los olmecas. La importancia económica, cultural y religiosa de la pesca se extendió a otros pueblos, como los mayas, quienes atribuyeron características de organismos acuáticos a distintos dioses, como es el caso de “Xok” o “Xook”, inspirado en el tiburón toro y relacionado con el inframundo.
La pesca ha estado tan conectada con la vida cotidiana de los habitantes del sureste de México que aún es común escuchar en Campeche y Yucatán que nombren en maya a muchas especies marinas. Esto refleja la importancia que estas han tenido a lo largo del tiempo, incluso, ciertos platillos, como el pan de cazón, forman parte de la identidad cultural de la región.
A principio del siglo XX, la pesca estaba sumamente limitada tecnológicamente, se utilizaban los cayucos, un tipo de canoa hecha de un solo tronco, y redes hechas de fibras naturales y arpones. En sus cayucos con vela los pescadores no podían alejarse mucho de la costa y dependían de los vientos para realizar sus viajes de pesca. Tampoco podían pescar demasiado, ya que sus embarcaciones no soportaban tanto peso y corrían el riesgo de hundirse, y la única manera de conservar su captura era salándola o asándola.
A partir de 1940 hubo inversión nacional y extranjera en las pesquerías del Golfo de México, con ello se introdujeron los motores, aparecieron los barcos de madera y metal, y surgieron las primeras pesquerías de gran importancia económica, como la de camarón en Campeche.
Antes del establecimiento de la industria petrolera, la pesca de camarón fue una de las principales fuentes de ingreso para Campeche, porque era reconocida a nivel nacional e internacional por la cantidad y calidad de sus productos. Los primeros registros oficiales muestran que a finales de los cuarenta se capturaban alrededor de 5 mil toneladas de camarón, cantidad que se incrementaría con el tiempo.
La mejora de la tecnología transformó la pesca, pero también lo hizo La Marcha al Mar, política pública establecida en 1952 que promovía las inversiones para el surgimiento de nuevas economías en la costa, favoreciendo la pesca. Más tarde, a partir de 1970, el gobierno mexicano comenzó a dar apoyos a los pescadores, cooperativas e inversionistas y se crearon nuevas instituciones como BANPESCA, que ofrecían préstamos a las flotas pesqueras nacionales.
Así, las pesquerías que solían ser de comercio local, como la del tiburón, se transformaron en industrias bien desarrolladas, con plantas procesadoras, barcos con gran capacidad de almacenamiento que podían quedarse en mar abierto hasta dos meses, aunque continuó el uso de embarcaciones menores. Con el progreso de la actividad pesquera hubo una gran migración de personas hacia la costa para beneficiarse de esta actividad. Fue un período de oportunidades comerciales y científicas, ya que también se incentivó la investigación de los recursos pesqueros.
El incremento en el número de pescadores, embarcaciones y las mejoras tecnológicas provocaron el aumento de las capturas y el crecimiento de la industria pesquera. Por ejemplo, a principios de los setenta se alcanzaron las mayores capturas históricas de camarón (22 mil toneladas) y a principios de los noventa las de tiburón (14 mil toneladas). Sin embargo, este auge no fue permanente, de manera paulatina la captura en las pesquerías empezó a disminuir a finales de los noventa.
Actualmente, la captura de la mayoría de las pesquerías continúa disminuyendo o ya no tiene posibilidad de aumentar, incluso están muy por debajo de sus máximos históricos, como es el caso de la pesquería de tiburón que para 2018 registró alrededor de 9 mil toneladas y la de camarón de aproximadamente 5 mil toneladas. Esto fue consecuencia del crecimiento desmedido de la actividad a lo largo del tiempo.
Debido a los problemas que enfrenta la pesca en la actualidad se han buscado nuevas formas de manejo que aseguren el aprovechamiento sustentable de los recursos acuáticos, además de mejorar el bienestar de las personas involucradas en la actividad. Por ello, los pescadores, académicos, organizaciones de la sociedad civil e instituciones gubernamentales trabajan de manera conjunta para asegurar el futuro de la pesca, que es el sustento de miles de familias de las comunidades costeras y que contribuye a la seguridad alimentaria del país. •