Empecemos con lo elemental, y a la vez lo primordial: la recomendación oficial de lactancia materna en el mundo:
“La OMS y el UNICEF recomiendan que los bebés deben iniciar la lactancia en la primera hora de vida, de forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida –sin otros alimentos o líquidos inclusive agua.
Los infantes deben ser amamantados a libre demanda –esto es tan frecuente como el bebé lo solicite, día y noche. Sin el uso de biberones, tetinas o chupetes.
A partir de los seis meses, se deberá iniciar la introducción de alimentos apropiados para la edad, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los dos años o más”.
Lo resalto porque desconocer este dato se ha convertido en un hueco gigante que ha aprovechado la industria de fórmulas y alimentos infantiles. Por décadas se mantuvo en las sombras y ambigüedad. Se creía, casi de modo unánime, que se recomendaba la lactancia hasta los seis meses de edad.
Los trabajadores de la salud simplemente repetían los mensajes de los promotores de fórmulas, tan seductores y convincentes con regalos e incentivos. Me atrevería a decir que sin conocer el grave problema que estaban generando a los bebés y sus familias porque, pese a ser gravísimo, grotesco e irreversible, muchos aún lo desconocen.
¿Quién en su sano juicio proporcionaría una sustancia tan adictiva como la cocaína a un bebé como su primer alimento? ¿Acaso no se le acusaría de inmediato y lo juzgarían por tal delito? Diversas investigaciones han comprobado ampliamente que el azúcar es tan adictiva que debe evitarse en las etapas tempranas de vida, y moderar su consumo en los adultos.
Los análisis han revelado que las fórmulas (en especial las de seguimiento) contienen altas cantidades de azúcares añadidos.
Se detectó que un bebé alimentado con fórmula puede llegar a consumir en promedio de 3 a 6 cucharadas cafeteras de azúcar diarias. Y también que el alto consumo de azúcares (aparte de dañar la salud) desplaza el gusto por alimentos que no tienen sabores intensos, como la leche materna.
Si una mujer quiere amamantar y proporciona ocasionalmente fórmula a su bebé, él terminará inclinándose por esta última, desplazando la leche materna. Dado que el azúcar es adictiva, al bebé le generará una necesidad por la gratificación inmediata. Así, cuando la madre ya no desee darle fórmula, será casi imposible porque llorará y se desesperará tanto que la madre no sabrá qué hacer y terminará proporcionando la sustancia.
El no amamantar no sólo priva al bebé de los incontables beneficios de la leche materna, sino que lo induce a consumir un alimento de mala calidad y con exceso de azúcares.
El alto consumo de azúcares añadidos se relaciona directamente con obesidad, diabetes, hipertensión, padecimientos cardiovasculares, enfermedades metabólicas como grasa en sangre, colesterol, ácido úrico, así como con caries y algunos tipos de cáncer.
Este panorama escabroso resulta difícil de creer para muchos médicos, enfermeras, pediatras, ginecólogos, neonatólogos. ¿Cómo es posible que el gobierno permita tal desprotección para los bebés? La cuestión es que muchos legisladores desconocen la información, y a otros no les interesa o lo consideran un tema secundario.
La industria de alimentos infantiles ha enfocado sus baterías a promover con agresivas estrategias comerciales sus productos para bebés, pues constituyen un mercado potencial muy atractivo. Pero si se antepone la salud pública, tales productos no se justifican y constituyen un grave riesgo.
La sustitución total o parcial de la leche materna con fórmulas lácteas u otros alimentos industrializados, además de su vínculo evidente con la epidemia de sobrepeso y obesidad, que es uno de los principales problemas de salud en México, pues aparte se asocia con el incremento de alergias en bebés, porque las proteínas de la leche de vaca no son aptas para el intestino del recién nacido o del niño pequeño.
En el primer año, el lactante inicia la formación de hábitos alimentarios, que serán difícil de modificar luego. Por ello es tan importante que protejamos a los futuros bebés, difundiendo la información correcta y científica que permita a la población tener mayores herramientas para protegerse de los engaños de la industria. En México contamos con un gran sector salud, muy comprometido, que requiere de mayor protección por parte del Estado.
Urge re-naturalizar la lactancia materna. Nuestros bebés merecen el mejor alimento que existe para su óptimo crecimiento físico, mental y emocional. Juntos hagamos valer su derecho.•