Nada es tan aterrador como sentir que el cuerpo no responde a la voluntad. Jacky Calvo, boxeadora de la Ciudad de México, recuerda con escalofríos la experiencia que sufrió el 18 de diciembre tras un combate en Monterrey, donde un cabezazo le provocó un edema cerebral. Una lesión de la que se ha recuperado por completo para volver al duro oficio del cuadrilátero.

Sentí que se paralizaba el lado izquierdo de mi cuerpo, recuerda Jacky; la mitad de la cara dormida, la lengua y el ojo de ese lado no respondían. La verdad me espanté demasiado, porque me preguntaba: ¡Qué me está pasando!

Jacky asegura que la lesión sobrevino tras un fuerte cabezazo de una rival, Edna Maltos, peleadora cuyo peso natural es supergallo, dos divisiones arriba de la que pelearon esa noche, que fue en peso mosca.

Cuando subió Edna parecían dos Jackys, señala sobre el tamaño de su adversaria; y no fueron golpes, sino cabezazos, me dio varios, pero el último fue el que me hizo daño y ya no pude salir al cuarto round.

En medio de la alarma, volvieron a la Ciudad de México y la atendieron sin necesidad de cirugía. La peleadora dice que el médico que la atendió le advirtió que estuvo en riesgo de sufrir una lesión más seria.

Afortunadamente me recuperé muy bien con el tratamiento, explica; hace unos días me hicieron otros estudios y ya no tengo el edema y quedé bien. En febrero volveré a hacerme una tomografía y más exámenes para confirmar que ya no hay ningún riesgo.

Todo boxeador sabe que los golpes tienen consecuencias en este oficio. Jacky confiesa que ahora lo entiende de una manera más seria, pero aun así no piensa abandonar una actividad en la que ha depositado todas sus metas.

Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación, expone; pero yo vivo para el boxeo. Aunque me dio mucho miedo lo que pasé, y hoy agradezco que estoy bien, no me pasó por la cabeza renunciar al oficio que amo.

Pronto empezará a entrenar y calcula que si todo está bien incluso en abril podría volver a hacer espárring para regresar al combate.