Desde tejidos sociales diversos y profundos nacen y viven las radios comunitarias; y como sus mismas comunidades, en tiempos de pandemia confrontan fuertes problemas por un lado, y viven experiencias que les enriquece y fortalece por otro.
En Ojo de Agua Comunicación, organización de la sociedad civil, nos vinculamos con decenas de radios comunitarias que practican la expresión propia para informar y sensibilizar, para afirmar identidad y también para defender derechos.
La diversidad en el ser, pensar y hacer de cada comunidad también se refleja en la forma en que su gente reacciona ante la pandemia. Nos toca ver comunidades fuertemente golpeadas por el Coronavirus, con incontables, alarmantes contagios y fallecimientos; en el otro extremo están las que nos aseguran que nadie se ha enfermado. También vemos comunidades con un altísimo, impresionante grado de organización interna para mitigar los riesgos, y en el otro extremo las que no hacen absolutamente nada. Vale mencionar que las que se organizan no son necesariamente las que menos contagios tienen.
Nos preocupa ver a algunas radios debilitadas por la pandemia, las que han tomado la decisión de cerrar porque son puntos de encuentro y convergencia, exponiendo a la población a mayor riesgo, y también porque algunos de sus participantes se han contagiado. Algunas de las radios que cerraron al principio volvieron a abrir, aunque con actividades y tiempos de transmisión mucho más reducidos.
Las radios comunitarias juegan un papel clave en la difusión de los mensajes oficiales en torno a la pandemia; sin embargo, la gran mayoría de las campañas de las instituciones están completamente fuera del contexto de sus comunidades. Por ejemplo, la idea de “quedarse en casa” toma una dimensión muy distinta en el ámbito rural. Las y los comunicadores comunitarios hacen una constante labor de adaptación, para darles pertinencia cultural y lingüística.
Vemos cómo el aislamiento ha amplificado el grave problema de la violencia doméstica, perpetrada por hombres contra mujeres y la infancia. Decidimos apoyar a varias radios en la instalación de lugares seguros para divertirse y aprender. Este es solamente un ejemplo de cómo las radios asumen su quehacer mucho más allá de simplemente hacer radio.
Hay un aprendizaje muy valioso cuando vemos formas diversas, más sanas, de comprender y asumir la pandemia. No podemos negar el alarmante grado de contagios y muertes en muchas comunidades, agudizados por la marginación y la discriminación, sin embargo, los pueblos ven más allá de la actitud trágica, apocalíptica que nos domina; afirman que han pasado otras epidemias y otras crisis, también con pérdidas muy dolorosas. La pandemia asume otra dimensión, más propositiva, cuando se pone en la perspectiva de la memoria colectiva.
Mientras los medios y el gobierno insisten en que nos quedemos en casa, proyectos extractivistas, trenes, minas, presas, parques eólicos siguen avanzando, y las radios deben acompañar a las comunidades en sus acciones de defensa de los territorios. No van a quedarse en casa.
A partir de la pandemia los pueblos refuerzan importantes aprendizajes que apuntan a lo fallido de las insistentes, imponentes políticas públicas. Hay muchísimos casos en los que los pueblos han empezado a tomar medidas constructivas para regresar a procesos que valoran el sentido comunitario, de regresar a las milpas y retomar la autosuficiencia alimentaria, de revitalizar los mercados y el consumo local, volver a las prácticas de medicina tradicional, de recordar y actuar acorde a conocimientos ancestrales, y las radios están muy activas en esta revitalización de lo propio.
Como un ejemplo, iniciativas de gobierno insisten en desplazar a las parteras tradicionales y como resultado, en la Séptima Sección de Juchitán han muerto al menos tres mujeres, no por su proceso de parto, sino por contagiarse de COVID-19 al dar a luz en hospitales. Como respuesta, el Espacio Comunal Xpacheeza’ Binneguenda, en donde está Radio Totopo, pronto iniciará talleres con parteras de comunidades vecinas quienes compartirán su conocimiento y revitalizarán esta importante práctica ancestral.
La pandemia da fuertes golpes, pero también nos hace mirar hacia dentro, y a tomar medidas que sanan en formas diversas y profundas. Así se abona un terreno fértil para sembrar comunidades más fuertes, a cultivar la autonomía de los pueblos originarios. A ver si el resto de la sociedad también aprendemos. •