¿Cuál es el pedo con los eructos de las vacas? Mitigación de las emisiones de gas metano en la ganadería
La función social de la ganadería es la de proveer de alimentos de origen animal de buena calidad, sanos y a precios justos para la población; así como generar ganancia económica para el productor. En México, los sistemas de producción ganadera han resultado en impactos negativos al ambiente físico (contaminación del acuífero; emisiones de gases de efecto invernadero [GEI]) y a los recursos naturales (deforestación, pérdida de la biodiversidad, degradación del suelo). El desarrollo de la ganadería mexicana se ha basado en el modelo del agronegocio, dentro del cual está inserto el concepto de intercambio ecológico desigual, esto es: el costo ambiental de la producción animal es externalizado por los países desarrollados a los países con un menor nivel de desarrollo económico. México exporta cada año en promedio, 1.5 millones de bovinos para ser engordados en los corrales de los Estados Unidos. Otros ejemplos del intercambio ecológico desigual son: la deforestación de las selvas tropicales de Veracruz, Tabasco y Chiapas dedicadas al cultivo de pastos para alimentar bovinos de exportación; la producción intensiva de carne de cerdo en Yucatán para exportar a Japón. El hato bovino de México es de 34 millones de cabezas. Una vaca de carne de 450 kilogramos (kg) de peso puede eructar 200 litros de metano por día; mientras que una vaca lechera de 650 kg podría eructar 500 litros; todo este gas se acumula en la atmósfera, induciendo el cambio climático. Los bovinos son importantes emisores de GEI, debido al hecho de que en la panza (rumen) se produce el gas metano como un subproducto del proceso digestivo y éste es eructado al ambiente. El metano tiene 25 veces mayor potencial de calentamiento global que el dióxido de carbono, y representa una pérdida de energía potencialmente útil. México requiere de un abordaje agroecosistémico en el sector ganadero que tome en consideración los impactos ambientales de la ganadería.
El sistema digestivo de los rumiantes
A diferencia de los cerdos, el tracto digestivo de los rumiantes se caracteriza por contar con tres pre-estómagos: el retículo, el rumen (o panza) y el omaso; así como un cuarto estómago llamado: abomaso. El más grande de estos cuatro compartimentos es el rumen, donde se almacena el pasto consumido para ser fermentado por los microorganismos presentes en éste, tales como: bacterias, protozoarios y arqueas metanogénicas; esta característica única les permite aprovechar la fibra (celulosa, hemicelulosa) de los pastos y el almidón de los granos, para convertirlos en productos de alto valor nutricional (leche y carne) para el consumo humano. A partir del proceso de fermentación, en el rumen se producen los gases metano y dióxido de carbono, que son eructados al ambiente. La síntesis de metano es producto de una reacción química llevada a cabo por las arqueas metanogénicas, a través de la reducción del dióxido de carbono por el hidrógeno metabólico presente en el rumen.
¿Por dónde expulsan los gases las vacas?
Las especies rumiantes (vacas, cabras, ovejas, búfalos) expulsan más del 95% de los gases dióxido de carbono y metano por la boca en los eructos (entre 30 ovinos hasta 500 vacas litros de metano por día) y en la respiración, y tan solo un pequeño volumen de gas es eliminado a través de los pedos, o sea, por el ano. El eructo es un reflejo fisiológico presente en los rumiantes y tiene como propósito expulsar del rumen los gases producto de la fermentación microbiana: dióxido de carbono y metano. Los eructos de las vacas ocurren de manera continua durante el acto de la rumia, que es cuando el animal deja de comer y regurgita su alimento para volverlo a masticar.
Mitigación del gas metano en los rumiantes
Resulta sencillo reducir las emisiones de metano eructado por vacas, borregos y cabras en los ranchos y establos en las regiones ganaderas del país. En la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de Yucatán (FMVZ-UADY) se ha investigado que la alimentación del ganado con follaje de guaje o de matarratón, o vainas de la parota o del algarrobo, o con los frutos del ramón se pueden reducir las emisiones de metano hasta en un 30%. La reducción de las emisiones de metano se debe principalmente al efecto de los taninos condensados y de las saponinas que se encuentran presentes en dichas especies. Los sistemas silvopastoriles con guaje o con matarratón, ofrecen varios servicios ecosistémicos, puesto que, además de reducir las emisiones de GEI, también capturan nitrógeno atmosférico, contribuyen a un mayor secuestro de carbono y aportan confort a los animales, ya que ofrecen sombra y reducen el estrés calórico. Los agroecosistemas autóctonos, como la milpa, el solar y el traspatio, han sido subestimados en cuanto a su potencial para contribuir a la buena alimentación de la población, aunque en ellos descansa una de las principales oportunidades para incrementar la eficiencia productiva de la ganadería con bajas emisiones de GEI. En conclusión, no hay pedo con los pedos de las vacas: los gases de efecto invernadero producidos en la panza son eructados principalmente por la boca y es muy sencillo reducir las emisiones de metano en los ranchos y establos a través de la incorporación de diversos follajes, vainas y frutos en la alimentación de las especies rumiantes. •