Miércoles 18 de noviembre de 2020, p. 5
Londres. Un equipo de historiadores, científicos, expertos en inteligencia artificial y perfumistas anunciaron ayer el lanzamiento de un ambicioso proyecto para identificar, recrear, archivar y exponer al público los olores del pasado histórico de Europa desde el siglo XVI.
Desde el hedor de las primeras industrias hasta los olores perdidos de los perfumes utilizados para combatir ciertas enfermedades, el proyecto Odeuropa utilizará la inteligencia artificial para identificar en obras de arte como cuadros y libros los aromas que flotaron en el continente hasta principios del siglo XX.
Queremos enseñar a la computadora a ver un olor
, explicó Peter Bell, profesor de humanidades digitales en la universidad alemana de Erlangen-Núremberg. “Nuestro objetivo es desarrollar una ‘nariz informática’ capaz de rastrear los olores y las experiencias olfati-vas”, precisó.
Después, químicos y perfumistas en un equipo que reúne a expertos de seis países reproducirán las fragancias, que se presentarán al público en museos de todo el continente a partir de 2021.
El olor ha estado en el centro de importantes transiciones en la historia de Europa, explica William Tullett, historiador de la Universidad Anglia Ruskin en Cambridge y miembro de Odeuropa.
La colonización, la urbanización, la industrialización, el nacionalismo, la comercialización, casi todos los procesos históricos de importancia han influido en lo que olemos
, asegura.
El archivo se almacenará en línea, a disposición de todos, a través de la primera enciclopedia histórica de olores del mundo que proporcionará una muy inhabitual información sensorial sobre el pasado.
Con un presupuesto de 2.8 millones de euros (3.32 millones de dólares) financiado por la Unión Europea, la investigación se sumergirá en las colecciones del patrimonio digital para descubrir los olores clave de Europa y las historias que cuentan y luego los devolverá a nuestros olfatos actuales
, asegura Inger Leemans, profesora de historia cultural en la Vrije Universiteit de Ámsterdam.
En opinión de William Tullet, “el Covid-19 ha ilustrado los efectos profundamente negativos que la pérdida del olfato –síntoma y efecto secundario de la enfermedad– puede tener en nuestro bienestar mental y físico. La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de nuestro entorno sensorial y la necesidad de preservar los olores que tienen significado para las comunidades”.