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Sin la música, todo está acabado, asegura el maliense Sory Bamba
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▲ El músico africano de 82 años sentado afuera de su jardín, donde tararea melodías.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de noviembre de 2020, p. 7

Sory Bamba, pionero de la música maliense, pasa sus días en el patio de su casa, en un antiguo barrio de Mopti, ciudad en el centro de un país que está al borde del Sahara. El hombre de 82 años es uno de los modernizadores de la música de Mali, que fusionó sonidos tradicionales con funk y jazz y ha sido un dedicado buscador de talentos.

Sin embargo, en Mali, Estado lleno de conflictos, conocido por sus fanáticos musicales y su tradición de tocar la guitarra, muy pocos recuerdan a Sory Bamba.

Fuera del país, Bamba es casi un completo desconocido, a pesar de eso los especialistas subrayan que pertenece a la categoría de otros músicos icónicos malienses, como Ali Farka Toure o Salif Keita.

Es uno de los mejores, dice Cheick Tidiane Seck, su paisano, que, como Sory, mezcló el jazz con la música tradicional y ganó renombre en los años 90.

Bamba no es alguien que se autocoloque al frente, agrega Seck, pues priorizaba la música real sobre los éxitos comerciales.

Con una gorra de pana y los ojos nublados por las cataratas, el anciano músico se sienta en su patio, rodeado de gallinas que cacarean y niños que juegan. Cuenta que una vez llevó a un joven Ali Farka Toure a jugar a su casa, mucho antes de que el cantautor lograra éxito internacional, cuando pocos conocían su talento. A mucha gente no le gustaban sus ritmos, dice Bamba.

Toure, quien murió en 2016, se convirtió en dos veces ganador del Grammy y en uno de los músicos más importantes del continente africano.

Bamba, quien nunca logró el mismo nivel de reconocimiento, parece no albergar amargura. Estaba aquí, en esta misma casa, dice sobre Toure, con una sonrisa, antes de sacar su flauta y comenzar a tocar de forma espontánea.

A finales de los años 40, Bamba comenzó su carrera de niño, cuando Mali era todavía colonia francesa. Un amigo le regaló una flauta. Más tarde, fue como asistente de trompetista en una banda de Mopti, antes de fugarse con el instrumento de su jefe y dedicarse a la música a tiempo completo.

En 1957 tuvo su primera banda, Kanaga de Mopti, que pronto se volvió popular entre los jóvenes de la ciudad. El éxito fue en aumento tras la independencia de Mali en 1960, a través de competencias nacionales de música creadas para estimular un sentimiento de identidad nacional a lo largo del país.

Bamba, como líder de la banda, también buscó y recibió el permiso de los ancianos de la etnia dogon para tocar su música, a la que agregó sus propias capas de jazz latino, funk y folk. Algunos apodaron a Kanaga de Mopti el Pink Floyd de Mali.

Pero el músico de reggae Koko Dembele, antiguo miembro de la banda, dijo: Algo que no evoluciona está destinado a desaparecer. Sory Bamba siempre lo ha hecho al tratar de hacer su arte innovador

Imparable

Bamba reclutó a Dembele cuando éste tenía 18 años y era conocido por recorrer las llanuras inundadas del río Niger, en los campos rurales de los nómadas para descubrir su talento musical.

Después persiguió una carrera como solista en Costa de Marfil, de donde pasó a Francia, llegando a 33 giras. También editó un disco titulado Du Mali, en 1979. Pero el reconocimiento internacional realmente nunca llegó.

Las perspectivas se iluminaron cuando en 2010 Universal Music le ofreció un contrato para un disco, luego de que él dio un concierto en París. Sin embargo, el album, Dogon Blues, tuvo poco éxito comercial y Bamba regresó a su casa en Mopti.

Sus hijos lo describen como cansado y algunos esperan que deje de tocar, pero eso no está a discusión para Bamba, quien tararea melodías con los niños cada que pasan por su patio. Sin la música, todo está acabado. Y hay tantas cosas por hacer, dice, descansando su flauta en sus rodillas.