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Mercados y oportunidades
E

n la Conferencia Internacional de Banca 2020, organizada por Banco Santander, Ana Botín, presidenta de ese banco, planteó que México es el país latinoamericano más atractivo para realizar inversiones. Explicó que, en la reunión del consejo de Santander realizada en México, Larry Fink, de BlackRock, recogiendo la opinión de varios inversionistas sobre nuestra región, convenció al consejo de Santander que hay una magnífica oportunidad para invertir en México, ya que el consumo está creciendo.

Para estos grupos, que ven a nuestra región como una magnífica oportunidad de inversión, es claro que frente a Europa, cuyos niveles de crecimiento son bajos, el mercado latinoamericano ofrece un mayor crecimiento y estabilidad. En la región, el planteo de estos grupos financieros resalta que las oportunidades de inversión en México son mejores que en los otros países latinoamericanos de mayor peso, consideran que Colombia está mejorando, pero está lejos de convertirse en un país atractivo; Brasil es muy volátil, con grandes sacudidas; Argentina tiene un gobierno que intenta modificar el rumbo significativamente, pero a corto y mediano plazos no será un lugar para que los capitales extranjeros inviertan, y Chile es sólido, pero se trata de una economía muy pequeña.

La mirada de Santander y de Black-Rock contrasta con la perspectiva difundida por diversos medios y analistas mexicanos que sostienen que el momento que vive México está lleno de complicaciones e inestabilidad. Para los críticos hay incertidumbre creada por el gobierno de AMLO porque, en su opinión, ha roto con acuerdos significativos con inversionistas extranjeros en exploración y explotación de petróleo, con quienes invirtieron en el nuevo aeropuerto, en la relación con los proveedores externos de medicamentos y otros más, lo que, según ellos, ha provocado que los inversionistas internacionales desconfíen de México.

Este contraste de posiciones encuentra un punto de explicación en el argumento de los banqueros sobre el comportamiento del consumo en México, ya que consideran que el crecimiento del consumo agregado es el que abre oportunidades de inversión. En efecto, en el tercer trimestre de este 2020 el consumo de la economía creció 7.4 por ciento, lo que junto con el crecimiento de la inversión de poco más de 20 por ciento y de las exportaciones explica que la economía haya tenido un crecimiento de 12 por ciento, respecto del trimestre anterior. Para los banqueros, esta expansión del consumo ensancha el mercado de menudeo, generando interesantes oportunidades para el negocio bancario. Como dice Ana Botín: Latinoamérica es un mercado tremendamente atractivo: 600 millones de personas, 300 millones sin cuenta bancaria.

Los integrantes de este atractivo mercado son los que están recibiendo recursos federales por los programas sociales, como por ejemplo Jóvenes construyendo futuro, son algunos de quienes pudieran demandar servicios bancarios de diverso tipo, entre los que están créditos pequeños a tasas de interés reducidas, que podrían ampliar las actividades bancarias y, dada la terrible concentración de este mercado en nuestro país, llevarían a que los grandes bancos recuperaran los altos niveles de rentabilidad con los que han operado desde hace años y que durante la pandemia se han visto mermados. La expectativa de estos potenciales inversionistas es que los programas sociales insignia de este gobierno son fundamentales y que se mantendrán durante todo el sexenio. En consecuencia, seguirán incrementando el consumo, ya que crearán capacidad de demanda.

Hay otros factores que contribuyen a este crecimiento favorable del consumo. Entre ellos destacan las remesas. Los datos de los montos de los envíos de los mexicanos en el extranjero a sus familias son extraordinarios dada la contracción del empleo en Estados Unidos: prácticamente se han recibido 30 mil millones de dólares, que constituyen un apoyo fundamental para que mensualmente 8.9 millones de familias en el país puedan sostenerse. Otro factor que explica este crecimiento es el comportamiento del salario mínimo, que en 2019 y 2020 aumentó 16.2 por ciento y 19 por ciento, respectivamente, lo que significa un incremento acumulado de 38.3 por ciento. Además, se estableció el salario mínimo para la frontera norte: 176.72 pesos en 2019 y 185.56 en 2020.

Es cierto que existen oportunidades para incrementar los negocios de importantes bancos, junto con espacios rentables para fondos de inversión globales, explicados por la existencia de nuevos mercados abiertos por programas sociales que se han propuesto que sectores golpeados por décadas de neoliberalismo reciban un ingreso que les permita subsistir. La pandemia, por supuesto, ha complicado las cosas y el gobierno federal respondió limitadamente, pero ha mantenido en operación sus programas sociales. Desde el punto de vista bancario eso es importante y rentable. La diferencia de opinión con los críticos de AMLO da cuenta de quien se propone aprovechar las condiciones generadas por la política social y quienes anatemizan cualquier acción gubernamental.