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En El árbol y el bosque, Rozalén hace un viaje introspectivo en el que está muy presente México

La cantautora española presentó su más reciente disco // Incluye un tema con La Sonora Santanera y otro sobre el Tepozteco

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 30 de octubre de 2020, p. 6

Madrid. El nuevo disco de la cantautora española Rozalén, El árbol y el bosque (Sony Music), es un viaje introspectivo a las inquietudes, filias y fobias que más le inquietan, en gran parte marcado por la incertidumbre y la zozobra que vive el mundo tras el estallido de la pandemia del Covid-19. Pero en su música y en sus canciones hay sobre todo mucha vitalidad, optimismo y una especie de ofrenda muy honda al respingo de los pájaros, al musitar de la naturaleza, al sonido del crujido de los árboles, a la fuerza volcánica de las flores...

Además, en este su cuarto disco, también está muy presente México, no sólo porque incursiona por primera vez en la canción ranchera junto a La Sonora Santanera, sino también por una canción que escribió gracias a la inspiración de una subida al Tepozteco.

Para presentar el nuevo disco de Rozalén, quizá la cantautora española de más éxito en estos momentos y que es capaz, o era antes de la pandemia, de llenar estadios en sus conciertos, también fue un viaje solitario e individual. En lugar de una pequeña tocada para conocer sus nuevos canciones, la discográfica y la artista decidieron hacer la presentación en el Jardín Botánico de Madrid, donde cada periodista buscó de forma individual los 11 carteles que estaban desplegados a lo largo del recinto y que cada uno tenía un código para escuchar una de las 11 canciones del álbum.

Era, de alguna manera, una forma de reforzar el propio espíritu de su nueva propuesta musical: una mezcla de ritmos e influencias; desde el pop que más le identifica hasta el son cubano, la ranchera, el funk o la canción de protesta de Silvio Rodríguez. Pero con el ánimo de exponer sin filtros sus grandes temas como artista, sus reivindicaciones: el amor a la naturaleza, la defensa de la igualdad de la mujer, la lucha por la justicia y de manera muy rotunda esa búsqueda interior, que si acaso se hizo aún más necesario después de los largos meses de confinamiento que le llevó a escribir la canción que cierra el disco, Aves enjauladas.

Un árbol viejo partido en dos/ las puertas a este viaje interior es precisamente como Rozalén inicia su canción Y busqué, que compuso durante un viaje a México y en concreto después de subir el Tepozteco, donde, además, encontró la respuesta que estaba en mi interior.

En lo que se refiere a México también se incluye la canción Que no, que no, que interpreta junto a La Sonora Santanera y que sirvió de banda sonora para el más reciente largometraje de la cineasta española Icíar Bollaín, La boda de Rosa.

Como un cuento

La propia Rozalén explicó a través de sus redes sociales que El árbol y el bosque es como si de un cuento se tratase. El individuo y lo colectivo. Que la sociedad, el sistema, el ruido, la velocidad... nos permita descubrir a las personas, individualmente, observar en profundidad los ojos de quien tenemos delante. Detenernos en nuestra propia persona. Partir de ahí. Ése es el hilo conductor de este disco.

En palabras de su discográfica, es un disco cargado de simbolismo para mostrar su visión del mundo, pero en esta ocasión desde un punto de vista mucho más introspectivo para explorarse sin interferencias, con la naturaleza como fuente principal de inspiración. Es un álbum repleto de color, que nos lleva por diferentes estados emocionales, mostrándonos un viaje al interior de una artista, capaz de hacernos reflexionar sobre temas de carácter social o de índole más personal. En el disco también está una interpretación de la canción La maza, de Silvio Rodríguez. Además, vuelve a contar con la producción de Ismael Guijarro.

Se trata del cuarto disco de la artista española, nacida en Albacete en 1986, después de Con derecho a..., publicado en 2013; Quien me ha visto, en 2015, y Cuando el río suena, en 2017.