n carta que publicó La Jornada el 8 de octubre, trabajadores que laboraban en la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) se quejaron de la forma en que 53 fueron despedidos en mayo: por una llamada telefónica y sin pagarles las indemnizaciones que por ley les corresponden. Señalan que quienes manejan administrativa y técnicamente la AMC y los mandos medios, devengan salarios que oscilan entre 30 mil y 100 mil pesos, mientras el de los trabajadores despedidos van de 7 mil a 16 mil. Pidieron en una misiva la intervención del presidente López Obrador para que se les haga justicia.
A los despedidos el representante legal de la AMC les solicitófirmar un convenio en el cual ésta manifiesta su voluntad de pagar lo que por ley les debe en un plazo máximo de 36 meses. Muchos firmaron porque dicho representanteles dijo que si algo les pasaba por el Covid-19 se quedarían sin nada. Un grupo la demandó ante las autoridades del trabajo. Los directivos de la institución no responden aún la demanda.
Creada en 1959 como Academia de Investigación Científica, su objetivo era reunir especialistas de diversos campos del conocimiento para discutir y reflexionar sobre temas de interés común. En 1996 se convirtió en la actual academia, ampliando su quehacer a la difusión de la ciencia por medio de diversos programas. Su sede es el palacete que con nuestros impuestos construyó en el Ajusco el corrupto general
Arturo Durazo.
La institución se rige por una asamblea general que nombra al consejo directivo, con presidente, vicepresidente, dos secretarios y un tesorero. Duran en funciones tres años. Dicho consejo tiene a su cargo los asuntos de dirección y administración y cumplir las decisiones tomadas por la asamblea. Sin embargo, es una coordinadora ejecutiva la que cumple las tareas más importantes. La actual lleva más de 20 años en el cargo y es la que decide a quién se contrata para laborar allí y cuánto se le paga. El sueldo de un coordinador de programa variaba entre 20 mil y 45 mil pesos, pero no siempre acorde con la capacidad y trabajo que realizaría, sino en función de la cercanía con el grupo incondicional de la coordinadora ejecutiva. Aunque un nuevo empleado debía esperar dos años para ser contratado, si era cercano a ese grupo, lo lograba a los pocos meses. Además, contrataba y heredaba cargos a familiares, pese a estar prohibido.
Los recursos que recibía la academia para salarios de entre 60 y 70 personas y realizar sus tareas, básicamente provenían del Conacyt; también de la UNAM, la Secretaría de Educación Pública y otros donantes. Los últimos 15 años esos recursos se elevaron notablemente: de casi 42 millones de pesos en 2005, en 2018 fueron 73 millones. Hubo años (2015-17) en que sumaron unos 90 millones gracias al aporte del Conacyt.
Con ese dinero la AMC realizaba programas y talleres, como los de robótica para niños y jóvenes; los Domingos en la Ciencia, conferencias en las entidades del país; la ciencia en la escuela; la formación de maestros en ciencias y matemáticas; la Noche de las Estrellas. Mas no todos contaban con personal suficiente y en algunos sobraba. Otras actividades eran internacionales: con la Fundación Lindau y los premios L’Oréal y Weizmann, por ejemplo.
La AMC tenía suficientes recursos para sus labores, mas no siempre utilizados adecuadamente. Los quejosos recuerdan cómo un ex presidente organizó en 2016 el encuentro Ciencia y humanismo, en el que se dilapidó dinero. A los numerosos asistentes se les obsequió una maleta de muy buena calidad y una sombrilla mejor que la maleta, además de cuadernos y plumas. La comida de fin de año, con centenares de invitados, la preparaba el hotel Camino Real. Agregan comidas y cenas en restaurantes de lujo.
El país necesita una Academia de Ciencias vigorosa. Que promueva al máximo el conocimiento y difunda los logros alcanzados por nuestros científicos; que sea enlace con sus pares y los centros del saber de otras naciones. Ante la grave crisis que padecemos, las instituciones financiadas con dinero público deben utilizarlo eficientemente y eliminar malas prácticas burocráticas y favoritismos. El presidente López Obrador anunció que el Conacyt informará de la corrupción imperante en fideicomisos, instituciones de investigación y académicas. Urge saberlo cuando se publica que con dinero del Conacyt se apoyó en 2015 a una empresa ilegal de un delincuente: Genaro García Luna. El mandatario prometió no dejar de apoyar, pero sin dispendio ni aviadores, a la ciencia, la cultura, el cine, el deporte. ¿Cuándo las políticas para lograrlo?