Nadie puede obligar a pelear a los rivales deseados. El boxeo se trata de valor y coraje, claro está, pero sobre todo de buenas gestiones empresariales, asegura Emanuel Vaquero Navarrete, quien hoy viaja a Las Vegas para buscar su segundo título en una división distinta.

Ganar un campeonato ya es un logro, pero un segundo en otra división, muy pocos, asienta; por eso quiero entrar a ese grupo del boxeo mexicano y ser considerado para carteleras con mejores ganancias.

Renunció al título supergallo de la OMB orillado por un cuerpo que se resistía a dar el peso en la báscula. Sin embargo, la principal causa para escalar en las categorías fue la falta de rivales atractivos que le permitieran subir en la cotización de los sueldos por combate.

Todos queremos ganar más en este negocio, resume Vaquero; ya no basta con ser campeón, hay que tener rivales interesantes para entrar en las carteleras que te permitan cobrar mejor.

Parte de este deporte se disputa en los desafíos de quién es el mejor y que son el condimento del espectáculo. La realidad, además del talento y disciplina, es que se combate en los escritorios de las principales empresas de promoción; ahí se firman las carteleras que quedarán en la memoria.

Aunque uno sea campeón, el trabajo en el escritorio de las empresas se vuelve muy complicado, explica; hoy el boxeo no sólo se trata de valor y ambición deportiva: uno no puede obligar a pelear a los rivales preferidos. A pesar de que se tenga un título, todo dependerá de la negociación y de llegar a un acuerdo que convenga a ambas partes.

El 9 de octubre, en el hotel MGM Grand, peleará contra el estadunidense Rubén Villa por el cinturón vacante en peso pluma de la OMB.