Sábado 26 de septiembre de 2020, p. 3
El Museo Nacional de Culturas Populares se sumó a los recintos federales de cultura que reanudan actividades tras permanecer cerrados medio año como consecuencia de la pandemia de Covid-19.
Lo hizo con cuatro exposiciones simultáneas, un estricto protocolo sanitario y, de forma casual, en la fecha exacta del 48 aniversario de su inauguración, efectuada el 24 de septiembre de 1982.
Pocos fueron los visitantes que acudieron a esta jornada de reapertura. Nada anormal para el personal de seguridad del recinto, pues según contaron los días buenos, cuando viene mucha gente, son los fines de semana, en especial los domingos
.
El aforo, en el semáforo sanitario en naranja, está limitado a 30 por ciento de la capacidad máxima del inmueble y, en amarillo, a 50. Hay salas en las que sólo se permiten dos visitantes al mismo tiempo.
Las cuatro muestras estaban montadas antes de que el recinto cerrara por la emergencia sanitaria. Todas dan cuenta de la magnificencia de la imaginación y el trabajo de los artistas populares mexicanos, en diferentes ramas.
El vestíbulo de la sala Cristina Payán alberga la muestra Maestras artesanas, con la que esta institución reconoce la importancia de estudiar y difundir la contribución de esas mujeres en la creación, circulación y comercialización del arte popular.
Mediante piezas de alfarería, carpetas tejidas, muñecas y dibujos en diferentes soportes, además de una serie de fotografías de Walter Reuter (1906-2005), la invitación es a reflexionar y reconocer a esas artesanas que no sólo se destacan por su creatividad personal y sus aportaciones en la producción artesanal de su comunidad, sino por ser transmisoras de los conocimientos técnicos, iconográficos y simbólicos entre generaciones
.
En la sala Cristina Payán se aloja Banda’Saa, la imagen de la fiesta: estandartes de la región del Istmo, muestra conformada por una serie de 12 de esas coloridas prendas que dan cuenta de las festividades religiosas en aquella región oaxaqueña.
Según se explica, el Istmo es escenario de las fiestas denominadas Velas, que se celebran todo el año. Las más importantes ocurren en mayo, periodo que coincide con el inicio del ciclo agrícola y la llegada de las primeras lluvias.
La colección exhibida es única en su género, se afirma, debido a que los estandartes son objetos de alto valor devocional y simbólico; las personas o familias suelen conservarlos en su hogar por ser testimonios de su ofrenda y participación en las fiestas.
El amate de Bité
El recorrido prosigue con Nzahki: espíritus de la milpa, montada en la sala María Sabina y en la que el papel amate es el gran protagonista. Se trata de un periplo por una tradición artesanal en la comunidad indígena de Bité, que en otomí significa al pie del cerro
, ubicada en la sierra de Puebla.
Allí los artesanos, mujeres y hombres, destacan por la fabricación de papel corteza o amate que usan con fin ceremonial o comercial, dos de los núcleos que componen la exposición.
La visita concluye entre diablos y sirenas, así como otras fantásticas figuras de la exposición Uandántzkua: historias en barro, montada en las Galerías 3 o 4.
Son piezas elaboradas en ese material por artesanos de la comunidad purépecha de San Pedro Ocumicho, Michoacán, donde prevalece una importante tradición alfarera cuyo origen se remonta a los años posteriores a la Revolución Mexicana.
Para ingresar al museo, lo cual se hace sin costo, es necesario pasar por el ya conocido filtro sanitario y usar cubrebocas en el recorrido.
Las exposiciones se mantendrán hasta diciembre, de martes a domingo, de 11 a 18 horas, en avenida Hidalgo 289, colonia Del Carmen, Coyoacán.