Número 156 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
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El mercado verde de Ocotlán

Mario Cruz

El mercado verde es un espacio que la “Unión de productores y expendedores agrícolas del distrito de Ocotlán” en Oaxaca, ha gestionado desde el 2011, con la finalidad de poder comercializar su cosecha. La organización se compone de pequeños productores originarios del distrito, quienes se dan cita de sábado a jueves en las calles 5 de mayo y Carpinteros, de 3 a 11 de la mañana, para ofrecer su mercancía a los pobladores de todo el distrito.

En el mercado verde se comercializa únicamente lo que se produce. Una de las medidas para garantizar esto consiste en el acuerdo de no vender frutas, únicamente verduras que se sabe, son producidas en el distrito. Sin embargo, también se puede ver una serie de trabajos que son amparados por este mercado, como las vendedoras de pan y atole, o los cargadores, también llamados diableros.

La organización comenzó en el 2011 con apenas 15 personas. “Al principio nosotros buscábamos a los productores para que se integraran, ahora es al revés”, comenta el presidente del Comité de Vigilancia, el señor Remigio. Actualmente cuenta con 700 integrantes. A través de una asamblea trimestral se eligen a los representantes mediante el consenso. La complejidad que implica la organización entre tantas personas solo se puede superar de “manera natural, replicando la forma de gobierno de los pueblos”, comenta el actual presidente de la Unión, el señor Juvenal.

Todos los productores saben cómo organizarse, cuentan con un grupo de representantes en el que se encuentran figuras como el presidente, secretario, tesorero y sus respectivos suplentes. También nombran un Comité de Vigilancia que da fe de la forma de trabajo de los representantes, de este modo se asegura que se estén haciendo bien las cosas. Además, se eligen representantes por comunidad que se encargan de dar legitimidad a la organización, evitando que revendedores se hagan pasar por productores. A 9 años de su fundación, la Unión se ha enfrentado a diversos retos que ha ido superando,desde las continuas negociaciones con el Mercado Morelos y la autoridad municipal, hasta la odisea legal que implicó dar formalidad a su razón social, la cual comenzó en 2014 con la elaboración del Acta Constitutiva en 2019.

COVID-19: las mismas crisis, pero más agudas

La crisis para los agricultores es siempre la misma: hay producción, pero no hay ventas. Los que se busca a través del mercado verde es eliminar la necesidad de intermediarios. Se piensa que, si el comprador puede acercarse al campesino o la campesina y conversar de manera directa, el producto puede adquirir mayor valor, porque se puede hacer visible todo el trabajo que existe detrás de cada verdura.

Otra característica importante es la garantía de que el producto es fresco, recién cortado y de origen local, muchas veces producido de manera artesanal. Los productores usualmente trabajan a nivel familiar, dividiéndose las tareas que dan inicio desde la madrugada con el corte y la limpieza de las verduras, el transporte, y finalmente la venta. Todo esto para que el comprador tenga la certeza de saber qué compra y a quién.

Estos factores buscan resaltar requieren de la interacción humana, pues la contingencia sanitaria afectó directamente a los productores de la Unión. Durante las semanas que duró la suspensión del mercado verde, no existió otra forma de vender la mercancía. Muchos campesinos tuvieron pérdidas importantes, como el señor Feliz Ramírez López de la población Sitio Santiago, que no tuvo opción más que parar la cosecha de calabaza, registrando una pérdida aproximada de 15 mil pesos.

Este momento fue oportuno para que intermediarios obtuvieran el producto pagando un precio más bajo a los productores, pero elevando los precios en los mercados, tiendas y locales que pudieron adaptarse a las medidas de salubridad, argumentando que “no había producción”. Ante este problema, que en realidad no, la Unión se replanteó la manera en que comercializa, y la desventaja que tienen frente a los intermediarios. Hasta ahora el mercado verde había funcionado, pero era necesario plantearse nuevas estrategias para fomentar el consumo local en el distrito.

Nuevas estrategias para viejos problemas

El traslado a semáforo naranja en el estado, permitió la progresiva reapertura del mercado verde. Para esto la Unión adaptó el espacio según las normas de salubridad, desde el uso del cubrebocas obligatorio para cada vendedor, hasta el señalamiento de espacios que aseguren la sana distancia entre vendedores y compradores.

Poco a poco las ventas regresaron, sobre todo porque Ocotlán es un centro de comercio importante en la región, y el mercado verde se ha vuelto un pilar que sostiene en gran medida esta característica, junto al ya tradicional viernes de plaza.

Al principio llegaban pocos clientes, y el precio se mantenía bajo a pesar de la modalidad de venta directa. La gran ventaja de la que los consumidores se aprovechan para regatear el precio es siempre la misma, el conocimiento de que los campesinos no pueden darse el lujo de no vender sus productos, incluso si esto implica perder ganancias. No pocos integrantes de la Unión están cada vez más conscientes del valor de su trabajo, y se preguntan con extrañeza cómo es que en las grandes ciudades los productos frescos y orgánicos son cada vez más valorados, mientras que ellos no ven reflejados estos beneficios.

Una de las respuestas está en que no se conoce todo el trabajo que implica llevar al mercado verde las verduras frescas; hay familias que todos los días recorren grandes distancias para poder llegar. Andando por los campos de Asunción Ocotlán, entre caminos de terracería, carrizales, un sinfín de charcos, el señor Juvenal comenta: “A mí me gustaría que todo esto se conociera, que se grabara y se subiera a internet, como un documental, para que la gente sepa. Imagínate, ¿quién se va a imaginar que hasta aquí se producen las rosas? Y todavía lo tiene que transportar”.

Es por esto que parte de los representantes de la Unión se han dado a la tarea de documentar su trabajo, y promover este material en la página de Facebook que crearon el 17 de julio de este año. A través de fotografías que muestran el trabajo directo sobre la tierra, de las verduras aún sin cosechar, de los campos de cultivos y parte del proceso de transportación de las mercancías, intentan dar a conocer el esfuerzo que hay detrás de cada verdura, y con esto buscar el reconocimiento de su labor.

También, con ayuda del ciudadano Lao Ríos, editaron dos videos en los que entrevistan a productores de la Unión que accedieron a mostrar un poco de su trabajo. Dado que no existe un fondo por parte de la organización, toda esta labor es voluntaria.

Si bien las redes sociales están sirviendo para difundir su trabajo, no lo es todo. Actualmente se está trabajando en una plataforma que pueda trasladar el mercado verde al plano virtual, donde los compradores tengan la seguridad que su compra de verduras es fresca, y que apoya a productores locales, además de que pueda entregarse a domicilio. La tarea es complicada porque implica un registro exacto de los productos que se pueden ofertar, y esto depende de otros factores como el clima, o la rotación de cultivos.

“Antes todo esto eran terrenos de cultivo, ahora hay puras casas. Poco a poco el campo está desapareciendo, y entonces, el día de mañana, ¿qué vamos a comer, de dónde van a salir las verduras si la ciudad no produce?”, se pregunta el señor Juvenal. La percepción que comparten muchos productores es la misma: no solo en el municipio crece la urbanización, suplantando los terrenos de cultivo, pues en los pueblos, las nuevas generaciones no ven el trabajo de campo como una opción.

El valor del campo

A pesar de tener tierras para cultivar, las nuevas generaciones prefieren salir a buscar un trabajo más seguro y menos cansado. La contingencia sanitaria demostró que el campo carece de certezas, incluso contando con sistemas de riego que más o menos aseguren la cosecha, pues la venta o el precio depende también de factores sociales. Pero la distancia entre las nuevas generaciones y el trabajo del campo también se refleja en el mercado verde, en donde difícilmente se pueden ver a compradores jóvenes, especialmente hombres.

La importancia de la agricultura familiar se trata en grandes foros, incluso a nivel internacional. Se ha reiterado constantemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que esta actividad es crucial para erradicar el hambre, la obesidad e incluso para combatir el cambio climático a nivel mundial. Incluso se ha decretado “El decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar” (http://www.fao.org/3/ca4672es/ca4672es.pdf) el cual dio inicio en 2019 y finalizará en el 2028. Consiste en un plan de acción mundial, integrado por 7 pilares entre los cuales cabe destacar el quinto: “mejorar la inclusión socioeconómica, la resiliencia y el bienestar de los agricultores familiares y los hogares y comunidades rurales”.

Valdría la pena retomar en serio la discusión de la pensión universal, especialmente para este tipo de trabajos en los que se carece de certezas en salario, pero también en seguridad social. En el trabajo del campo no se puede pensar en vacaciones, mucho menos en jubilación. El camino por la obtención de derechos que son básicos es complicado, requiere no solo de organización sino de voluntad política.

Históricamente el campo no solamente ha sido desvalorizado, sino que ha sido víctima de muchos abusos y engaños por parte de distintas organizaciones, principalmente políticas. La desconfianza institucional que existe es fundamentada, y en ese sentido el trabajo de la Unión cobra mayor sentido. Que se reconozca el valor que tiene la agricultura familiar implica entrarle a distintos frentes, desde la discusión de políticas públicas a nivel internacional, hasta las pláticas que se tienen en cada pueblo del distrito de Ocotlán, donde se trata de que el productor concientice el valor de su trabajo, sienta orgullo y se anime a promoverlo.

El futuro del campo en los nuevos tiempos

La agricultura ha acompañado al ser humano desde sus inicios, y a pesar de las revoluciones tecnológicas que han cambiado por completo a nuestras sociedades, el campo sigue estando presente. Quizá más que nunca existe el anhelo de retorno a esta actividad, que nos hermana con la naturaleza en una relación mucho más armónica y no de explotación.

Organizaciones como la “Unión de productores y expendedores agrícolas del distrito de Ocotlán” demuestran que el campo se va adaptando a los nuevos tiempos, a las nuevas crisis. Hasta ahora el trabajo recorrido los ha enfrentado con mundos desconocidos, como el lenguaje jurídico, los intereses privados, la crisis sanitaria derivada de una pandemia, el uso de redes sociales, la edición de material audiovisual y principalmente un enfrentamiento con sus propias ideas y creencias. La redefinición de lo que implica ser campesino y el valor que tiene su trabajo es un terreno relativamente nuevo, y sin duda conlleva nuevos retos que como Unión deberán enfrentar. Pero hay algo que sí se puede asegurar: no hay futuro posible que no incluya el trabajo de los campesinos. •