Actualmente se viene dando la discusión sobre el herbicida glifosato que se vende en grandes volúmenes en las zonas agrícolas del mundo, así como en México. Esta sustancia ha sido fabricada y vendida a nivel mundial por la empresa Monsanto, ahora Bayer-Monsanto, y es uno de los herbicidas mas utilizados hasta en zonas urbanas y jardinería; es un “matamalezas”.
La discusión es: ¿hay que eliminar el glifosato? o ¿hay que producir sin venenos?
Si cuestionamos solo el glifosato se pudiera pensar entonces que hay que buscar el herbicida “menos malo” y esto me parece que desvía la discusión profunda del problema del campo mexicano. ¿Cómo producir sin venenos?
Como producir nuestra comida sin utilizar venenos, pero a la vez sin agotar los suelos, sin enfermarnos ni acabar con los ecosistemas. No se trata solo de sacar o eliminar al glifosato, sino sacar de nuestro campo todos los venenos llamados herbicidas, “matamalezas”, “yerbas”, “fumigos” y más formas de llamarle a la serie de sustancias químicas que nos venden las industrias del veneno.
Es volver al campo como fuente de alimento sano y no como “agronegocio”. Es volver a darle vida al suelo con los mismos elementos que la tierra nos proporciona, tales como son plantas, insectos y animales, así como los microorganismos que en ella habitan. Pero ¿qué es la “maleza”? y ¿por qué esa necesidad de eliminarla? Veamos:
La mal llamada maleza es únicamente una expresión del suelo. Nos indica su estado de salud, su composición y los minerales que están disponibles o bien, bloqueados.
Las hierbas son plantas que nos curan, nos dan salud y expresan un gran potencial cuando de salud se trata. Por eso no es raro que en las etiquetas de los herbicidas aparezcan estas hierbas “buenezas” como malezas a controlar. Mencionan el árnica, la 5 llagas, el amaranto o quelite que ha sido alimento de nuestros pueblos desde hace siglos, el Quenopodium que es una planta comestible y medicinal, la verdolaga que es comestible y medicinal, la lengua de vaca que es medicinal, así podemos mencionar muchas más. El lupinus que es fijadora de nitrógeno y además es alimento y mejorador del suelo, la argémona mexicana, que es una planta indicadora de suelos compactados, pero al mismo tiempo nos da en sus hojas, tallos y semillas los elementos para control de muchos insectos como lo es la mosca blanca, pulgones y trips.
Si entendemos la función de cada planta, la veremos como amiga. Nunca como enemiga, y ese es el reto. Podemos producir alimentos sanos sin venenos. Un ejemplo:
Para control de nematodos en tomates se siembra ante el sorgo forrajero y antes que espigue se rastrea y después se siembra o transplanta el tomate. De esta manera, el sorgo deja sustancias en el suelo que no permiten que los nemátodos se desarrollen y no entorpece la producción. Asimismo, si sembramos sorgo donde hay mucho coquillo (Cyperaceas) las sustancias del sorgo no dejan que crezca el coquillo, y de este modo se avanza en la producción.
Otro ejemplo es la milpa. Siempre se asociaban los cultivos de maíz, calabaza y frijol. De esta manera siempre había en casa estos alimentos, además de las hierbamoras, amarantos y muchas plantas más que crecen en la milpa sin que se dijera que son malas hierbas o “malezas”. Antes bien, siempre se consideraron como un complemento a la comida campesina.
No se requieren venenos de ningún tipo para la siembra ni la cosecha de los alimentos que llegan a nuestra mesa. No es verdad que cae la producción, al contrario, se mantiene y al mismo tiempo se conserva el suelo y se garantiza la fertilidad para las producciones de generaciones futuras.
Hay muchas experiencias en varias partes del mundo y de México, donde los campesinos han demostrado que no se requiere el veneno. Al contrario, es con trabajo y rescatando el conocimiento antiguo que podemos salir adelante. Podemos usar plantas nativas y coberturas vegetales que ayuden a abonar el suelo y al mismo tiempo nos dan alimentos tanto para animales como para nosotros. Algunos campesinos aprovechan las hierbas para dar de comer al ganado vacuno y a la vez especies menores, borregos y hasta gallinas. Las hierbas, en lugar de ser un problema para la producción, son fuente de riqueza.•