Washington. El presidente estadunidense, Donald Trump, visitó ayer el condado de Kenosha, en Wisconsin, aunque no para invitar a curar las heridas raciales después de que un policía blanco disparó varias veces a un hombre negro por la espalda, sino para expresar su apoyo a las fuerzas del orden en una ciudad sacudida por los disturbios, en momentos en que otro afroestadunidense murió a manos de la policía en Los Ángeles, donde ya fueron convocadas varias protestas.

Con el país polarizado por temas de racismo y brutalidad policiaca, Trump apela a sus bases con un mensaje acerca de la ley y el orden, cuando las encuestas muestran que ha logrado reducir la ventaja que le llevaba su rival demócrata Joe Biden.

Trump ha pasado por alto en gran medida la crisis social causada por el uso excesivo de la fuerza policial y ha minimizado las más de 180 mil muertes en Estados Unidos por la pandemia del nuevo coronavirus.

El magnate no visitó a Jacob Blake, quien quedó paralizado de la cintura para abajo luego de que un policía blanco le disparó a quemarropa siete veces el 23 de agosto. Tampoco se reunió con la familia del afectado, y ni siquiera lo mencionó en su discurso.

En su lugar, prometió reconstruir Kenosha y aumentar el gasto federal en Wisconsin, estado clave en los comicios que Trump ganó por estrecho margen en 2016, y que necesita con urgencia mantener en su intento por relegirse el 3 de noviembre.

El presidente visitó una tienda de muebles incendiada durante los disturbios y también un centro de seguridad improvisado, donde elogió a las fuerzas de la Guardia Nacional, que fueron convocadas para reforzar a la policía local después de varias noches de violencia.

Estos no son actos de protesta pacífica, sino de terror interno, declaró Trump ante líderes empresariales locales reunidos en el gimnasio de una secundaria.

La caravana de Trump pasó frente a decenas de manifestantes que sostenían banderas estadunidenses en apoyo al presidente, mientras otros lo abucheaban y llevaban letreros del movimiento Black Lives Matter.

El mandatario decidió viajar a Kenosha, pese a que el alcalde y el gobernador de Wisconsin le habían pedido no hacerlo.

En tanto, la ciudad de Los Ángeles fue escenario de protestas luego de que agentes ultimaron a un hombre negro identificado como Dijon Kizzee, de 29 años. La víctima iba en bicicleta en un barrio del sur de esa ciudad californiana cuando oficiales intentaron detenerlo por una supuesta infracción de tránsito, aunque no se especificó la naturaleza de la falta.

Según la policía, el hombre huyó corriendo dejando detrás la bicicleta, y cuando los policías lograron atraparlo, golpeó a uno de ellos en la cara. En su huida dejó caer varias prendas de ropa que llevaba en la mano.

Los agentes notaron que dentro de la pila de ropa había una pistola semiautomática negra, agregó en rueda de prensa el teniente Brandon Dean, de la oficina del sheriff del condado de Los Ángeles.

En ese momento los agentes dispararon. El hombre murió en el lugar.

Las autoridades no aclararon si el hombre estaba buscando su arma cuando recibió los disparos.

Una mujer que presenció el tiroteo declaró a la agencia Afp que ella gritó: no le disparen, no le disparen, mientras los agentes intentaban detener a Kizzee, quien vivía en su vecindario.