Martes 28 de julio de 2020, p. a12
En el último combate, Daniel Zaragoza ya no pudo esquivar los golpes. Veía el puño insistente del jab que mandaba el aspirante Erik Terrible Morales. Y a pesar de anticiparlo, a sus 40 años los reflejos ya no le permitían eludir el impacto. Eso fue una noche de septiembre de 1997 en la que se cumplió el ciclo dramático del boxeo: una joven promesa que avasalla a un veterano y lo manda al retiro.
No me fui triste ni me costó aceptarlo
, cuenta hoy Zaragoza a los 62 años; llegué a ese campeonato del mundo en peso gallo cuando nadie creía que volvería a hacerlo. Decían que ya estaba viejo para ser de nuevo monarca, pero lo hice y lo defendí casi por tres años. Fue la etapa más lucrativa de mi carrera
.
Dos décadas más tarde, recibió una llamada en Miami, adonde estaba de visita para ver a sus nietos. Era el hijo de su compadre, Humberto Chiquita González, para proponerle una idea que parecía tan descabellada como intentar recuperar un campeonato del mundo a los casi 40 años.
Esta vez era para ofrecerle una pelea de exhibición contra el ex campeón minimosca, ambos integrantes del Salón de la Fama, que permita a algunos boxeadores ganar algo de dinero.
No dudé en aceptar
, afirma; a mí me pegó esta pandemia, porque mi gimnasio está cerrado desde hace cuatro meses y no se ve para cuándo haya salida; los gastos de renta y demás siguen como si estuviera abierto. Pero como sea, uno ya hizo su patrimonio y puede ir ahí aguantando. Pero los muchachos y muchachas que viven de esto al día llevan meses sin ganar un peso
.
Incluir a Zaragoza frente a la Chiquita González funcionó y ha atraído a algunos patrocinadores y una televisora.
Me estoy preparando para dar una buena exhibición
, comenta; “tanto mi compadre como yo estamos obligados a regresar al cuadrilátero para vernos bien; demostrar que la gente a los 60 años puede mantenerse digna. Y como le advertí a la Chiquita: lo voy a volver a retirar”.