Resiliencia, la principal enseñanza que nos han dejado las pandemias
Para el medievalista Martín Ríos Saloma, las sociedades han demostrado que se saben coordinar para enfrentar esos males
Martes 14 de julio de 2020, p. 3
El nuevo coronavirus es un ente desconocido, como lo fue en 1520 la viruela para la población indígena mesomericana, o la peste para los europeos en 1348, pero una vez superados los primeros miedos y la desorganización, todas las sociedades han demostrado que se saben coordinar para enfrentar esos males
, asegura el experto medievalista Martín Ríos Saloma.
En entrevista con La Jornada, el investigador y catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reflexiona acerca de las consecuencias y cambios que se derivan de crisis sanitarias mundiales, como la que se vive en estos días por el Covid-19.
Explica que la principal enseñanza que las pandemias dejan en una sociedad es la capacidad de resiliencia para enfrentar esas tragedias, y una de las grandes herramientas es la esperanza, la cual tiene que ver con la idea de que “así como sobrevivió una parte importante de la población en el pasado, así vamos a sobrevivir nosotros.
Esa sensación de esperanza nos tiene que motivar a construir entre todos una sociedad más justa, equitativa, solidaria y respetuosa con el medio ambiente, y evitar las grandes desigualdades sociales que esta pandemia ha mostrado.
Testigos de la restructuración social
El autor del libro El mundo de los conquistadores (2016) detalla que “a partir de la resiliencia, por ejemplo, en Europa se enfocaron en ver cómo controlar un rebrote, sobre todo para investigar las causas de las enfermedades. Eso llevó a la ciencia médica a avanzar muchísimo durante los siglos XIX y XX.
“Hay que entender que en la Edad Media la enfermedad se entendía como la consecuencia de los pecados que una persona pudo haber cometido, o de la corrupción de una sociedad; por tanto, se buscaba en las plegarias colectivas detener el castigo que se creía enviaba Dios; no había una respuesta científica a la crisis, en contraste con lo que ahora vivimos.
Hoy día, por más que existan personas que se encomienden a sus devociones personales, se ha demostrado que las plegarias sólo son efectivas como consuelos personales, y que la ciencia y la tecnología son las herramientas para controlar la expansión de la epidemia. En 800 años ese es nuestro gran avance.
El historiador afirma que desde la perspectiva de las ciencias sociales “estos son tiempos interesantes porque nos permiten ver cómo se restructuran las sociedades, cuáles son los sectores que salen fortalecidos, cuáles debilitados y cómo, en muchas ocasiones, quienes creíamos que eran los más fuertes acaban siendo los más débiles y viceversa.
“En concreto, la pandemia que estamos viviendo nos deja una reflexión acerca de cómo se ha interrelacionado el mundo, pues, desde hace 20 años, estamos en una tercera globalización. La primera fue la del siglo XVI, la segunda la del XIX y en ésta hay muchos fenómenos que están interconectados, no sólo los que interesan al capital, como la compraventa de bienes y servicios o la transferencia de capitales; también hay cosas menos positivas, como los virus.
Por eso es muy interesante entender que las fronteras están abiertas y que no se puede elegir abrirlas para unas cosas y cerrarlas para otras. Esta es también una llamada de atención a los gobiernos para que se den cuenta de que la globalización tiene que ser mucho más controlada; es decir, más responsable con las sociedades, con el medio ambiente y con la salud de las personas, no sólo la física, sino, hablando en términos medievales, con la espiritual.