a Contraloría General del Estado de Ecuador amenazó a tres de los cinco vocales del Consejo Nacional Electoral (CNE) con destituirlos por mantener el registro de cuatro organizaciones políticas, entre las que se cuenta Fuerza Compromiso Social, partido en el que se agrupan los simpatizantes del ex presidente Rafael Correa. El ex mandatario, exiliado en Bélgica, denunció ayer que los amagos del contralor Pablo Celi forman parte de las maniobras urdidas por el gobierno de Lenín Moreno para impedirle presentarse a las elecciones de febrero próximo, y aseguró que dentro del CNE se fragua un intento de retrasar los comicios con la misma finalidad.
Estos movimientos no resultan sorpresivos si se considera que Moreno ha dedicado la mayor parte de su mandato a desplazar de la vida pública a todos los funcionarios que mantienen su respaldo a la Revolución Ciudadana, impulsada por quien fuera su mentor político. Asimismo, debe recordarse que las vías privilegiadas para acabar con el legado de su antecesor han sido las alianzas serviles con quienes fueron sus adversarios mientras ejerció la vicepresidencia en el primer mandato de Correa, y la invención de expedientes judiciales contra todos los ex funcionarios que no lo siguieron en la traición al programa con el que accedió al gobierno en 2017.
La urgencia por cerrar la vía electoral al regreso de Correa debe entenderse, además, en un contexto de pánico de la oligarquía ecuatoriana que ejerce el poder a través de Moreno ante el desplome de la aprobación y la credibilidad del mandatario, pues a medio año de las elecciones, su gestión es reprobada por más de 80 por ciento de los ciudadanos.
De consumarse cualquiera de las maniobras en curso, supondrían la destrucción ya no sólo de la obra social de la Revolución Ciudadana, sino el franco desmantelamiento del Estado democrático y la instauración de un régimen legalizado por las instancias judiciales, pero carente de cualquier legitimidad. Al carácter antidemocrático de estas intrigas se suma la vileza de ponerlas en marcha cuando la población se encuentra confinada y amedrentada por la pandemia del coronavirus, cuyo desastroso manejo es uno de los principales factores en el desfondamiento del morenismo.
Está claro que el mero intento de seguir esta vía aleja a Moreno de las derechas institucionales y lo emparenta sin ambages con la dictadura golpista que hoy impera en Bolivia.