Domingo 31 de mayo de 2020, p. 29
En marzo pasado, Gloria Guzmán perdió su trabajo en una estética que debió bajar sus cortinas cuando apenas comenzaban las medidas de seguridad adoptadas por la pandemia de Covid-19.
Viuda y con un hijo con discapacidad, es una de las miles de personas desempleadas o con pocos ingresos que acuden a los comedores públicos o comunitarios de la Ciudad de México, donde diariamente hacen fila para adquirir, por 11 pesos, una ración alimenticia.
Marta Elena Aguilar, quien desde hace 10 años está a cargo del comedor ubicado en Tonalá 125, colonia Roma, ha sido testigo de cómo el impacto económico generado por la pandemia ha traído a nuevos comensales, entre los que se encuentran familias enteras.
Recién empezó el cierre de las actividades económicas en la ciudad, el consumo disminuyó hasta 50 por ciento, pero dijo que en los siguientes días comenzaron a repuntar las ventas. Se fueron los oficinistas de la zona y hasta se nos quedaba comida, pero ahorita hasta abrimos un poco antes y a las tres de la tarde se nos acabó todo. Antes cerrábamos a las cinco
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De acuerdo con la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (Sibiso), la demanda en estos lugares se incrementó en 30 por ciento durante la crisis sanitaria, con un total de 65 mil comidas diarias que se sirven, en promedio.
Con el servicio de sólo para llevar, a los pensionados, repartidores de las plataformas digitales o de otros empleos informales, habituales clientes, se suman los que como Gloria han perdido su fuente de ingresos.
Ella cuenta que sólo así ha logrado sobrevivir a la cuarentena. Me avisaron que aquí daban muy barato y me animé a venir. La verdad me ahorro el gas y hasta la salida al mercado, porque los que ya pasamos de los 60 años no podemos andar exponiéndonos
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Como ella está el señor Francisco Hernández, quien se dedica a vender galletas de avena y amaranto directamente a las cafeterías. Una familia de Xochimilco las hace especialmente para mí, pero ayer que fui a cuatro negocios que son mis clientes me encontré uno cerrado, en otro aún tienen producto y los otros dos me dijeron que ahorita no estaban comprando nada
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Los ingresos que obtiene apenas le alcanzan para comer. Vengo dos hasta tres veces a la semana y otro días me espero a que pasen unos jóvenes en la avenida Álvaro Obregón, donde me pongo a vender, que regalan tortas a la gente de la calle, la otra vez hasta una hamburguesa me tocó
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Con empleo, pero sin ingresos, también acude al lugar Tomasa López, quien trabaja como empleada doméstica, pero su patrón le avisó que ni éste ni el próximo mes tendrá para pagarle.
En la Ciudad de México están abiertos 345 comedores comunitarios y 39 públicos.