Jueves 21 de mayo de 2020, p. 24
Moscú. El 20 de mayo de 2019, Volodymir Zelensky, el comediante que desafió a los políticos tradicionales, asumió como presidente de Ucrania y prometió, entre otras cosas, contribuir a un pronto arreglo político del conflicto en el sureste del país.
Justo un año después, las partes enfrentadas están donde estaban: no hubo ningún avance significativo hacia una paz duradera, salvo tres intercambios de prisioneros de guerra, actos bienvenidos, pero insuficientes.
Vencidos en abril todos los plazos para cumplir los requisitos que se fijaron en la cumbre de diciembre en París como condición de una nueva reunión, al día de hoy no habría razón para convocar otra cumbre de los gobernantes de los países del formato de Normandía (Ucrania, Rusia, Alemania y Francia).
Lo que ahora hace falta, indican los implicados, es salir con la cara en alto y señalar al culpable del fiasco; mientras eso sucede todo vale para sembrar confusión y culparse unos a otros.
Mientras el proceso negociador sigue en punto muerto, éste sería un breve resumen noticioso, al margen de las víctimas que cada día deja el conflicto ucranio: enviados de máximo nivel de Ucrania y Rusia se reunieron hace poco en Berlín para negociar si procede crear una suerte de consejo con delegados de Donietsk y Lugansk con miras a llevar a cabo elecciones en las zonas rebeldes en octubre siguiente, si el coronavirus lo permite, que unos (Ucrania) propone llevar a cabo según sus reglas, y otros (los separatistas, respaldados por Rusia), bajo las suyas, que son inaceptables para los primeros.
Cerrado en la capital germana el círculo vicioso de planteamientos de unas elecciones hasta ahora imposibles, Rusia acusó a Ucrania de bloquear las negociaciones con bombardeos permanentes a los territorios rebeldes, lo cual puso en estado de alarma a las zonas de Donietsk y Lugansk que no se supeditan a Kiev.
Ucrania, por su parte, trató de distraer la atención hacia un asunto menor: un video difundido por televisión sobre supuestos francotiradores que ingresaron a su territorio para sembrar caos.
Sin triunfos que reportar en el ámbito del necesario arreglo político del conflicto del sureste de Ucrania, en realidad poco importa ganar una batalla que no deja de ser un cuestionado éxito mediático.