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Negocios y empresas

Adiós al petróleo

L

a economía es impredecible, por lo que hablar de ciencia económica es cuando menos arriesgado. Vivimos un momento en el que la predicción es muy volátil y los especialistas lo mismo pueden prever una caída del PIB mundial de 5 o 6 por ciento que un crecimiento de uno o dos por ciento para este año.

Ante la magnitud de la crisis, pocos imaginaron que el barril de petróleo se podría cotizar negativamente. Pero eso sucedió y hay productores que pagan porque se lleven el petróleo de sus almacenes. Ahora hay barcos con hidrocarburos por todo el mundo en espera de que alguien les reciba el combustible. En México existen tanqueros que esperan semanas para descargar el producto.

La razón de este fenómeno inédito es que la producción es mayor al consumo y los depósitos que existen a escala global no son suficientes para almacenar el petróleo que se encuentra en circulación.

Es cierto que este fenómeno es temporal y los precios se recuperarán, pero difícilmente llegarán a niveles históricos y muchas empresas dejan de producir en los yacimientos más costosos y en las refinerías menos productivas.

Vivimos en un mundo nuevo, en el que los hidrocarburos dejan de ser el motor de la economía. Por un lado, se desarrollan fuentes alternas de energía; por otro, un uso más eficiente de los energéticos; en tercer lugar, una baja del consumo de petróleo. En este contexto, países como Arabia Saudita y Kuwait desplazarán a naciones menos productivas en la extracción de crudo, aunque algunas mantendrán su producción por conceptos tales como soberanía y seguridad nacional.

Aquí se presenta un gran dilema para el gobierno: Pemex no es de las empresas más eficientes y productivas del mundo, y aunque se le invierta mucho dinero sus resultados serán muy limitados.

Desde antes de esta gran crisis México ya era importador neto de energéticos, es decir, gastaba más dinero en la compra de petróleo, gas, gasolina y petroquímica que lo que recibía por la exportación de crudo.

La situación para nuestro país no es fácil y el gobierno tendrá que replantear su estrategia en este sector, que tiene gran simbolismo por la expropiación, pero que desde el punto de vista económico dejará malos resultados.