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Nosotros ya no somos los mismos

Multifamiliar Miguel Alemán, monumento humano// Polis, así los queremos // Hasta siempre, camarada Óscar Chávez

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altando dos rayitas para llegar a la mitad del pasado siglo se inició la construcción de los edificios de la primera gran unidad habitacional en el entrañable Distrito Federal. Esa obra es conocida hoy como multifamiliar Miguel Alemán. Y sí, me refiero a ese espacio en el que cada noche se yergue el monumento humano más justo, espontáneo y emotivo, erigido en honor de los héroes con quien nos ha tocado convivir.

Esa construcción, considerada monumental en su tiempo, fue producto del conocimiento técnico y la sensibilidad artística y social de tres ilustres universitarios: Mario Pani Surqui, Bernardo Quintana y Salvador Ortega.

Como es usual, no faltó en ese tiempo quien descalificara el proyecto de estos profesionistas mexicanos, considerando que se trataba de una simple imitación de la gran obra del arquitecto de origen Suizo, Charles Edouard Jeanneret (quien luego adoptó la nacionalidad francesa), más conocido en el mundo entero, por su alias de Le Corbusier (Esta expresión está compuesta por la mitad del apellido de su abuelo y el nombre cuervo, en la lengua francesa).

Había una gran identidad entre el pensamiento del Cuervo y el proyecto nacional, pero las ideas están en el aire y, mucho de su valor se da cuando tienen validez en muy distintos territorios y son útiles a todas las personas.

Era mi intención dedicar la columna a recrear el vibrante acontecimiento que todas las noches me estremece y estruja: el canto que a las 9:30 de la noche entona una creciente multitud desde su obligado cautiverio, en homenaje a los hombres y mujeres que, a unos metros de distancia de ellos y muy lejos de sus seres queridos mal comen, mal duermen y arriesgan sus vidas por otros humanos a los que ni siquiera conocen. Luego pensé que yo también podía colaborar y brindar a los descendientes de los pobladores iniciales de este territorio emblemático una sencilla versión de cómo y cuándo se logró la integración de un conjunto de familias de tan diferentes orígenes geográficos, actividades ocupacionales, edades, costumbres, niveles educativos y que han sido capaces de supervivir (unidos) frente a los más rudos avatares. Han pasado ya varias generaciones: las personas que arribaron bebés o que nacieron en los primeros años de habitar esa unidad son ahora octogenarios. Los adultos fundadores, seguramente ya murieron. Por todas estas realidades, se me ocurrió que podía interesarles conocer algo de sus orígenes; por tal razón y porque lo merecen, iré investigando, platicando, encontrando, en otros años de desgracias (el 68, el 85), las fuerzas internas que les han permitido luchar y supervivir.

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▲ Reconocimientos al personal de salud desde el multifamiliar Miguel Alemán.Foto Marco Peláez

Quiero referirme a dos eventos alegres, festivos, que dentro de la desolación del momento, reconfortan, alivianan el espíritu. El primero fue un inusitado desfile realizado en las calles de la alcaldía Benito Juárez por policías de esa demarcación para divertir y animar a los niños que en ella habitan. Ver a esos corpulentos o flacuchos y mal encarados convertirse en santa closes fuera de temporada, recorriendo las calles en sus vehículos de servicio, llevando música y globos a los niños enclaustrados, trastorna, desconcierta, pero conmueve. Sépanlo, tecolotes, azules, cuicos, chotas: así los queremos, si son así, los querremos por siempre.

Segundo motivo de alborozo: confieso, con vergüenza y todo, que soy un teleadicto. He visto de todo hasta el vómito, la indignación, la desolación, la pesadumbre y, por supuesto, el remordimiento. ¿Por qué de concesionarios, los hicimos propietarios? También he visto lo inimaginable, lo mágico, lo bello, la ficción y la más plena realidad en vivo y en directo: la plática entre el doctor López Gatell y un amplio número de niños, me impactó. Es la primera vez en la tv mexicana que los mexicanitos existen y tienen voz para decir algo más que sus primeras mentiras y estupideces anunciando comercialmente los mismos productos que los agreden y enferman.

Y unas palabras finales: Estilos, un alias a la medida. Así en plural. Porque su estilo para cantar, interpretar tocar y hacer música, su estilo para actuar, dirigir, investigar los instrumentos y sonidos de nuestros orígenes, gambusino de las vetas profundas del sentimiento mexicano, estilo para ser intransigente defensor del infelizaje y enfrentar a los poderosos con su humor y sarcasmo demoledores. Todos esos estilos conforman uno solo: el de un patriota mexicano que nunca dejó trinchera vacía. Hasta siempre, camarada Óscar Chávez.

Twitter: @ortiztejeda