Martes 28 de abril de 2020, p. 5
En respuesta a sucesos recientes causados por el desarrollo de la epidemia de Covid-19 en el país, entre ellos la desaceleración económica, el artista multidisciplinario Carlos Amorales (Ciudad de México, 1970) inició un proyecto de ayuda y protección sanitaria, dirigido a personas que trabajan en economías informales en las calles de la Ciudad de México.
La iniciativa consiste en la producción de 3 mil 500 cubrebocas reutilizables a la semana, a cargo de cinco pequeños talleres familiares de costura, que serán distribuidos entre distintos gremios de trabajadores en el espacio público. Los talleres se ubican en Chimalhuacán, Ciudad Nezahualcóyotl y Ecatepec.
La primera entrega se hizo el lunes 20 en la sede de la Unión de Limpieza de Calzado, ubicada en República de Colombia, en el Centro Histórico, que, a su vez, los repartirá a personas de distintos gremios.
Cada quien recibirá de tres a cuatro piezas para su utilización en la jornada laboral. Por lo que averiguamos lo más sano es usar un cubrebocas durante cuatro horas, luego cambiarlo
, expresa Amorales en entrevista. Para su manufactura se decidió por una tela de algodón llamada popelina, que es un hilo cerrado. Es el material de los uniformes médicos; tiene la ventaja de que es lavable
.
Para su distribución se hizo una alianza con la organización no gubernamental Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (Wiego, por sus siglas en inglés), cuya directora en México es Tania Espinoza Sánchez.
Esta organización mantiene un vínculo de apoyo con personas de diferentes gremios.
La idea es que los cubrebocas rojos –color que eligió Amorales porque con él se identifica su obra– se produzcan durante seis semanas. Para lograr este objetivo se está apelando a coleccionistas con el propósito de que se cuente con una aportación de 35 mil pesos a la semana y poder producir los 3 mil 500 tapabocas propuestos, cuya producción no debe costar más de l0 pesos cada uno. La galería Kurimanzutto se sumó como vocero y enlace.
Somos interdependientes
La iniciativa nació en vista de que la mitad de la población trabaja en el comercio informal y no puede seguir al pie de la letra la recomendación de quedarse en casa
, explica el artista. La necesidad de salir, porque las personas viven al día, también conlleva la necesidad de protegerse; entonces, Amorales pensó de qué manera podía contribuir como artista. Ya que una de sus asistentes, Janet Martínez, proviene de una familia de costureros, “dijimos: ‘por qué no hacemos cubrebocas’. Por un lado, ayudan a protegernos y por otro nos hacen más conscientes de la pandemia”. Martínez es la diseñadora y encargada de la producción.
Amorales y su equipo generaron un sistema en colaboración con la galería Kurimanzutto en el que ésta conseguiría que algunos de sus coleccionistas financiaran la mano de obra y el material.
Los cubrebocas se distribuirán entre personas que trabajan en la calle como adultos mayores, boleros, organilleros, sin olvidar al personal de limpieza, sector muy vulnerable, y los marchantes de los tianguis.
El artista, cuyo trabajo reflexiona sobre las diferentes formas en que se emplea el lenguaje y sus códigos, señala que se ha establecido toda una cadena de producción sin exponerse lo más posible
. Muestra su satisfacción de que la galería se haya involucrado y, a la vez, conseguido el apoyo de personas que normalmente compran arte; sin embargo, en este momento tienen su mira puesta en la situación actual.
Acciones como ésta demuestran que es posible organizarnos, que hay formas en las que podemos establecer relaciones entre los que podemos quedarnos en casa y los que no. Algo que me gusta mucho de este proyecto es que establece una cadenita entre la persona que es coleccionista de arte y, por medio de un intermediario, con el que vende, por ejemplo, fruta en la calle. Eso demuestra que todos somos interdependientes y tenemos que ser solidarios
.