Miércoles 22 de abril de 2020, p. 28
Moscú. Conforme avanza abril –cuando estaba previsto que Turquía concluyera el despliegue de las baterías de defensa antiaérea S-400 rusas y los primeros misiles se incorporaran al arsenal operativo del ejército turco–, aumentan las presiones de Washington para que Ankara renuncie a ese tipo de armamento incompatible con los estándares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), bloque militar del cual ambos forman parte.
No sorprende, por tanto, que poco después de que el estadunidense Departamento de Estado haya vuelto a recordar que Washington aplicará sanciones contra Ankara si no desiste de emplazar este tipo de armamento ruso, el canciller turco, Mevlüt Çavusoglu, afirmó que su país está dispuesto a comprar baterías estadunidenses de defensa antiaérea Patriot y sistemas similares fabricados en otros países de la OTAN si recibe ofertas adecuadas
.
El Pentágono de Estados Unidos reviró que con mucho gusto venderá los Patriot a Turquía cuando ésta “devuelva a Rusia los S-400” que compró en julio anterior.
En ese contexto de estira y afloja entre Ankara y Washington, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó este martes a su colega ruso, Vladimir Putin, para intercambiar opiniones sobre el Covid-19 y la situación en Siria, así como para reiterar la conveniencia de impulsar la cooperación bilateral y los proyectos conjuntos
, según el tan escueto como habitual comunicado de la presidencia rusa.
Entre esos proyectos conjuntos, recuerdan los expertos, figura la fabricación de dos baterías (divisiones, de acuerdo con la terminología militar rusa) de defensa antiaérea de medio y largo alcance S-400 –que cuenta cada una con 12 rampas de lanzamiento de 4 misiles (un total de 48 misiles)–, opción que se incluyó en la compra por 2 mil 500 millones de dólares de las dos baterías enviadas ya desde Rusia y que son las que tendrían que estar operativas este mes de abril.
Por lo pronto, como parte de la misma táctica de balanceo que practica Ankara hacia Moscú en contra de Washington, y como contrapeso, hacia la Casa Blanca en contra del Kremlin, fuentes anónimas que nunca faltan y se atribuyen a altos funcionarios del gobierno de Turquía filtraron
a la prensa, por medio de las agencias noticiosas, que el despliegue de los S-400 se retrasará algunos meses
debido a la necesidad de concentrar todos los recursos para vencer la pandemia del coronavirus, explicación que resulta convincente en un país que apenas estaba saliendo de una fuerte recesión.
Con ello, Turquía gana tiempo al posponer la aplicación de sanciones estadunidenses en su contra, mientras trata de obtener mejores posiciones para reintegrarse de pleno al programa de la OTAN de producción conjunta de los nuevos cazas F-35 (hasta hace poco todavía seguía fabricando piezas), iniciado ya, en el verano de 2019, el proceso de salida de Ankara como represalia de Washington por la compra de los S-400.