Sábado 11 de abril de 2020, p. 10
Rodolfo Llinás, uno de los científicos del cerebro humano más reputados en el mundo, no duda: pasada la crisis retornarán los besos y abrazos, y el confinamiento de meses no alterará el funcionamiento cerebral. A sus 85 años, este neurofisiólogo colombiano nacionalizado estadunidense trabajó para la NASA y dirigió el Departamento de Fisiología y Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, donde todavía es profesor. Autor del libro El cerebro y el mito del yo en el que el nobel Gabriel García Márquez lo describe como un científico de inteligencia encarnizada
y creatividad voraz
, Llinás ha sido incluido en la lista de candidatos al Premio Nobel de Medicina.
Décadas de estudio del cerebro humano le dan para asegurar categóricamente que las duras experiencias del nuevo coronavirus, aunque traumáticas, se olvidarán. Confinado en su casa de Cape Cod, en Estados Unidos, donde escribe y hace astronomía de noche, Llinás comparte, vía telefónica, sus reflexiones sobre el impacto de la pandemia.
-¿Qué podría decir la neurofisiología sobre este virus?
-Aunque es un virus sumamente complicado, no es tan grave como podría ser una infección con bacterias, que se pueden mover y que pueden buscarlo a uno
. Estas cosas no son problemas graves, son momentáneas, es algo que va a pasar, no es un problema de una profundidad enorme como podría ser una guerra, donde la gente realmente se mata y se odia.
-¿Este virus podría cambiar la manera de relacionarnos?
-No, no, no. Cuando esto pase, en cuatro o cinco meses, quizás un poco más, se va a olvidar como se han olvidado todas las pandemias (...) Es simplemente un problema que apareció. Produce muerte, tristeza, problemas momentáneos, locales y luego desaparecen.
-¿Cree que a la gente le va a costar el contacto directo en el futuro?
-Sí, les va a dar miedo por un par de semanas. La situación de relación humana es sumamente fuerte. Una vez que pasen un par de meses y que la gente se pueda besar y no le pase nada, pues empezarán a besarse de nuevo. Si no, ¿cómo vamos a sobrevivir?
-¿Qué efectos en el cerebro puede tener el confinamiento prolongado?
-Ninguno. A no ser que uno se ponga a hacer tonterías en la casa. El no trabajar no daña el cerebro. Es mejor utilizarlo, claro. La gente en la casa empieza a hacer cosas, inventa cosas, escribe cosas. La situación nunca es grave cuando estamos hablando de meses, si se habla de años, sí, pero dos o tres meses se olvidan fácilmente.