México: 50 años en crisis // Medio siglo a la deriva
éxico –el mundo en general– vive tiempos extremadamente difíciles, en los que de la mano se tomaron rotos con descosidos, el hambre con las ganas de comer. Recesión económica –que se advertía desde mediados de 2018– y una crisis sanitaria de proporción espeluznante.
En su análisis semanal –del que se toman los siguientes pasajes–, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico subraya que México vive y paga los efectos perniciosos de medio siglo de crisis recurrentes; ese periodo resume la falla de economía política y de política económica en nuestro país. De igual forma, sintetiza la existencia de un Estado que no logró crear progreso y desarrollo para toda la sociedad; México ha sido un laboratorio en donde se experimentaron medidas económicas que no alcanzaron resultados positivos; reiterados errores de política económica, tanto en el Estado interventor de los años 70 como en la apertura comercial indiscriminada (y privatizadora) dictada por los organismos internacionales al final del siglo XX. El presidente López Obrador tiene la oportunidad de dar vuelta a esa página de la historia
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Frecuentemente se afirma que las crisis son oportunidades. Bajo esa perspectiva, México ha vivido oportunidades reiteradas para reinventarse y encontrar la ruta hacia el desarrollo. Hasta el momento no lo ha hecho. Las recesiones registradas durante el último medio siglo debilitaron a la nación, cancelaron su desarrollo y la llevaron a la aplicación de medidas de austeridad fiscal.
En la década de los años 70 falló el Estado asistencialista y desde 1982 el que promovió una apertura económica que sacrificó a la industria y a las empresas nacionales. No se puede entender la precarización del mercado laboral sin la correspondiente en el sistema empresarial mexicano. El fruto de las crisis fue la quiebra de empresas nacionales, su consecuencia directa: desempleo y el crecimiento de la informalidad. Sin lugar a duda que a ello contribuyó la corrupción y el uso poco eficaz de los recursos públicos. El Estado fue el primero en fallar al no implementar un modelo económico que no priorizara el interés nacional.
La ausencia de un Estado desarrollador, solidario y promotor del progreso social dislocó la tradicional cohesión y fraternidad social que existía en México. Propició el ascenso de la criminalidad y dio nacimiento a la captura del Estado. Lo descrito es parte del círculo vicioso con el que el país llega a la que globalmente se ha reconocido como la peor crisis desde 1929.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene la oportunidad de gestar una respuesta distinta a la de la historia reciente del país. Para lograrlo se requiere de unidad nacional y de un acuerdo que permita enfrentar lo que el mundo ha catalogado como la mayor crisis económica en 100 años.
Se debe ser muy claro: en el terreno de salud, México va a superar el problema generado por el Covid-19. La acción preventiva y solidaria de la sociedad se anticipó a las medidas de contención que en su momento emitió el sector público. Algo positivo para disminuir el contagio. Resta ver la capacidad de gobernación y del gabinete económico para enfrentar las consecuencias socioeconómicas derivadas de la pandemia. La afectación llegará a millones de mexicanos, por lo que es necesaria una convocatoria a la unidad nacional. Los recursos del sector público son limitados: requieren de la cooperación ciudadana y del sector privado.
El presidente López Obrador debe marcar una diferencia: privilegiar el diálogo, cuidar el empleo de millones de trabajadores y el bienestar de sus familias. El único mecanismo para lograrlo es mantener vivas a todas las empresas en México. Las micro han sido la válvula de escape ante las crisis que se han vivido en cinco décadas. La pequeñas y medianas son el tejido que da consistencia socioeconómica. ¿Cosas por mejorar?: disminución de pobreza e informalidad, por ejemplo.
Las rebanadas del pastel
De todos, fallaron todos: seis gobiernos priístas y dos panistas, pero ahora sus jilgueros son los más gritones.