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Nosotros ya no somos los mismos

El nuevo Consejo del Instituto Nacional Electoral // Un poema visionario

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▲ La integración plena del nuevo consejo del Instituto Nacional está en proceso de nombrar a sus nuevos integrantes que sustituyen a quienes cumplieron su encargo por la duración establecida.Foto Roberto García Ortiz
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un cuando la integración del consejo del Instituto Nacional Electoral es para mí un asunto de toda importancia, había decidido posponer la expresión de algunas de mis opiniones (seguramente harto controversiales), sobre la creación del Comité Técnico de Evaluación, encargado de discernir (en realidad, de cernir), las prendas intelectuales y de dominio cognoscitivo de las legislaciones y ordenamientos legales, que rigen los procesos electorales en el país y, por supuesto, de sus personales virtudes cívicas, ciudadanas y, de comportamiento ético y transparente dentro del ámbito social y familiar.

El honorable CTE tiene la necesidad de haberlo recabado y, la obligación de darlo a conocer. Los evaluadores, a fuer de honestos, no podían elegir a nadie con menores merecimientos de los que a ellos se les reconocía. Ya habrá tiempo de que a mí, un simple ciudadano, empadronado y eterno votante, los siete miembros del fideicomiso de la confianza electoral me expliquen por qué, dentro de los 60 mexicanos originalmente seleccionados para ser considerados, elegibles, no les pareció Jorge Alcocer, quien además de haber sido asesor en la materia de diversas fuerzas electorales involucradas durante años en esta tarea, tiene una excepcional condición: durante 27 años ha sido el editor, director, productor de la única publicación en este país, y en muchos otros más, que mes tras mes nos dice en ideas, interpretaciones, números y gráficas. Pido razones: ¿Es mucho pedir?

Una bellísima mujer de mi años mozos (que ingenuamente piensa qué todavía existo), me envió este poema para mí desconocido. Me llegó tanto su contenido, que por eso lo transcribo. Registro únicamente los apellidos de la remitente para que no le suspendan en su trabajo cotidiano cuando descubran que tiene amigos de esta calaña. Gracias señora González Díaz.

El poema fue escrito es:

Y la gente se quedaba en casa./Y leía libros y escuchaba./ Y descansó e hizo ejercicios./ E hizo arte y jugó./ Y aprendió nuevas formas de ser./ Y se detuvo./ Y escuchó más profundamente. Alguien meditó. Alguien rezó. Alguien estaba bailando. Alguien se encontró con su sombra. Y la gente comenzó a pensar diferente. Y la gente sanó. Y hubo ausencia de personas que vivían en una peligrosa ignorancia. Sin sentido y sin corazón, incluso la tierra comenzó a sanar. Y cuando el peligro terminó y las personas se encontraron. Lloraron por los muertos. Y tomaron nuevas decisiones.... Y soñaron con nuevas visiones. Y crearon nuevas formas de vida. Y curaron completamente la tierra. Justo cuando fueron sanados. Cuando la tormenta pase. Y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos. Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido. Ya no tendremos desidia. Seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos. Que lo jamás conseguido. Seremos más generosos. Y mucho más comprometidos. Entenderemos lo frágil que significa estar vivos. Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido. Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado. Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado. Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado. Y todo será un milagro. Y todo será un legado. Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase/ te pido Dios, apenado,/que nos devuelvas mejores,/como nos habías soñado.

Quien nos dejó esta aterradora descripción y bellísima esperanza, fue Kathleen O´Meara, con su inexplicable seudónimo de Grace Ramsay. Escritora mitad irlandesa y mitad francesa.

Twitter: @ortiztejeda