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¿Por qué Trump declara la guerra a Nicolás Maduro?
L

a acusación de William Barr, fiscal general de Estados Unidos, contra Nicolás Maduro, de haber participado en una asociación criminal que involucra a una organización terrorista extremadamente violenta, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en un esfuerzo por inundar Estados Unidos de cocaína y la recompensa para su arresto de 15 millones de dólares que anunció Mike Pompeo, secretario de Estado, constituye, en los hechos, una declaración de guerra de Donald Trump contra Venezuela.

El marco en el que Trump realiza esta declaración se caracteriza por un desplome extraordinario de los precios internacionales del petróleo que han colocado la cotización del petróleo tipo Brent en 27. 51 dólares –similar al precio promedio nominal de 1999–, sobreproducción de petróleo en los mercados internacionales, producción inédita de Estados Unidos superando los 13 millones de barriles por día, los descuentos y la decisión de incrementar la producción de Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Kuwait, cuyos gobiernos son aliados incondicionales y subordinados a Estados Unidos, hundimiento de la economía mundial en una gran depresión por el freno que apuntaló la pandemia del coronavirus (Covid-19) de la actividad industrial, comercial y financiera.

No es casual que Trump escoja este momento para reforzar su ofensiva para derrocar al presidente de Venezuela. China, que es uno de los principales aliados de Venezuela y se encuentra a la defensiva, concentrado en restablecer sus actividades que fueron paralizadas en muchas de sus principales ciudades para frenar el ritmo de propagación del Covid-19. Rusia e Irán, también aliados de Venezuela, van a tardar en sacudirse el impacto del desplome de sus ingresos petroleros y, además, en el caso de Irán, persiste el bloqueo comercial que le ha impuesto Estados Unidos.

Sin embargo, lo más importante y que ya anticipaba el freno del exponencial crecimiento de su producción petrolera entre 2015 y 2017, es que ésta se mostró muy sensible con precios inferiores a 60 dólares por barril al estancarse su producción; el desplome actual de los precios al retirar a muchos de sus productores amenaza su actual volumen de producción.

Adueñarse de las reservas petroleras de Venezuela, las más importantes del mundo, en el escenario de un eventual derro­camiento de Nicolás Maduro, aunque tuviera que sacrificar a sus productores petroleros internos, concentrados en el fracking, no le importaría, pues en un horizonte de largo plazo estima disponer de una mayor seguridad de abastecimiento, desestimando la decidida batalla que darán el pueblo y el ejército venezolano de cada metro de su territorio frente a sus bombas y mercenarios.

Dentro de este plan contra Venezuela, Irán y Rusia se inscribe la reunión a que convocó a principios de marzo, en la Ciudad de México, el embajador estadunidense a diplomáticos de Canadá, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, España y Países Bajos para concertar acciones ante las decisiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador al considerar que erosionan las bases legales de los contratos de miles de millones de dólares firmados en la administración de Enrique Peña Nieto.

Detener la puesta en marcha de la declaración de guerra de Donald Trump, a través de las irresponsables acusaciones de integrantes de su gobierno, que no tienen mayor validez y sustento a las que utilizaron para ahorcar a Saddam Hussein y asesinar a Muhamar Kaddafi, es un acto de autodefensa para frenar las presiones imperiales contra México para que se retome la vía de la privatización de sus hidrocarburos, incluyendo la explotación de yacimientos mediante la fractura hidráulica.

*Autor de Despojo, resistencia y corrupción. México en los ciclos del precio del petróleo. Ed. Plaza y Valdés, México, 2019