asi todo va a tumbos trágicos en el mundo. Los números de la pandemia son parte inevitable del desastre. En los últimos 10 o 15 días ha empezado a aflorar una nueva aritmética de la catástrofe: estamos contando sólo a una parte de los contagiados. Nuestras estimaciones sobre las tendencias se han desvanecido.
Ya se sabe. En el espacio de la ciencia un dato es tal si están verificados fuente y procedimiento de su formulación; pero cuando la velocidad del mal lo domina todo, ese dato podría estar acompañado de estimaciones e hipótesis que nos acerquen de mejor manera al mundo real. Los contagiados del mundo son muchos más y los finados son más.
Probablemente fue en Japón donde nació el entredicho (https://www3.nhk.or.jp/nhkworld/ en/tv/documentary/20200326/5001289/). Pero continuaron los italianos (https://www.epicentro.iss.it/ coronavirus/bollettino/Bollettino-sorveglianza- integrata-COVID-19_23-marzo%202020.pdf y los españoles (https://institucional.us.es/ blogimus/2020/03/como-estimar-el- numero-de-infectados-reales-por-covid-19-el-caso-de-andalucia-e-italia/). Acaso esas fuentes puedan ser puertas de entrada a los interesados en el estudio de la evolución de la pandemia.
La aritmética y las hipótesis de esos estudios tienen cierto nivel de complejidad. Aquí sólo apunto algunos de sus argumentos. Sabemos que cuando el virus penetra un organismo humano, tarda unos 12 días o algo más en expresarse como cuadro sintomático. Durante ese lapso el organismo está infectado, pero aún no enfermo. Por tanto, el día de hoy la autoridad sanitaria realiza un corte del recuento nacional y da el dato de los contagiados confirmados mediante la prueba diagnóstica específica del Covid19; pero hoy mismo también hay un número indeterminado imposible de contar porque son los contagiados que dentro de un lapso ≥12 días, manifestarán sus síntomas (algunos no lo harán). Este grupo asintomático puede también ser fuente de contagio.
El grupo de los que en cada corte no pueden ser contados son un conjunto mayor que los contados con prueba diagnóstica, porque cada enfermo contagia a dos o tres o más (progresión geométrica), según la situación de cada país. En los estudios que menciono se apunta que en cada país el comportamiento de la pandemia ha sido distinto; se afirma: el conjunto no contado puede ser de cuatro a ocho veces mayor que el conjunto confirmado mediante prueba. Es muy posible que, debido al momento muy tardío con el que comenzaron las acciones sanitarias en Estados Unidos (su primer caso ocurrió el 20 de enero), ese número esté en esos órdenes de magnitud o superiores.
Algo análogo ocurre con los fallecidos: sólo se cuentan como tales quienes murieron habiéndoseles aplicado la prueba diagnóstica. En Italia y en España el número de los no contados por muerte de Covid-19 es mucho más alto que en China, Corea o Japón.
Considerando ambos problemas, las estimaciones realizadas indican que el índice de letalidad es considerablemente inferior al que muestran las cifras de cualquier país: si los fallecidos son más, pero los infectados son muchos o muchísimos más, ese índice es inferior. En el informe español referido se menciona un índice de letalidad de 1 por ciento o algo más, aunque de todos modos diferente según qué país. Por supuesto este índice hipotético no es para alegrarse. El pasado domingo el índice global era de 4.7 por ciento; el real es muy inferior. Pero la relación que hay entre 100 y 10 mil es la misma que hay entre mil y 100 mil. Y es absolutamente distinto tener 10 mil contagiados que 100 mil.
La diferencia en México entre tener 10 mil contagiados y no 100 mil la hace el cumplimiento o no de la obligación imperiosa, acuciante y crucial de quedarse en casa.
El Presidente ya ha publicado el pasado viernes un acuerdo por el cual la Secretaría de Salud amplía sus facultades y podrá llevar a cabo acciones extraordinarias entre las que destacan utilizar como elementos auxiliares todos los recursos médicos y de asistencia sociales de los sectores público, social y privado existentes en las regiones afectadas y colindantes
. Puede ser insuficiente. Es probable que el gobierno deba enfrentar la muy difícil situación de verse obligado a decretar el estado de excepción y la consiguiente suspensión de garantías
prevista constitucionalmente, para adoptar las medidas necesarias y tomar así al máximo el control de una epidemia frente a la cual no hay la suficiente disciplina social. Una decisión que para ser eficaz frente a la epidemia, debe ser tomada antes de que la epidemia haya desbordado al sistema hospitalario.
Entre otros, los grupos de golpeadores que aporrean sin tregua al gobierno, que escriben en Reforma y en Excélsior, en una situación de gravedad extraordinaria han continuado haciéndolo, porque sí y porque no: de estos señores las grandes mayorías del país sólo encontrarán insolidaridad. Bajo un estado de excepción: cosas veredes que faran fablar las piedras.