Al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) cada día llegan menos vuelos, sobre todo del extranjero, y los que arriban vienen con pocos pasajeros, por ese motivo quienes dependen de los visitantes para tener ingresos padecen las consecuencias que genera el Covid-19.

Ricardo Cortés trabaja como maletero desde hace 25 años. Nunca había pasado algo así, hemos pasado por lo de las Torres Gemelas, la influenza AH1N1 en 2009, y no había menguado tanto la cantidad de pasajeros, y cada día va menguando más. Nosotros vivimos al día, mientras no cierren el aeropuerto, aquí vamos a estar trabajando, buscando la vida, dijo a La Jornada, mientras junto a otros dos compañeros esperaba a las afueras de las llegadas internacionales.

Hay poco trabajo, los vuelos que normalmente llegan con 200 pasajeros, ahora llegan con 30. Hace rato nos sorprendió uno que llegó con unos 50, eso es mucho para estos días. Nos formamos y cargamos cada media hora o 45 minutos, ahora cargamos cada tres horas. Los vuelos de Europa traían 300 pasajeros, pero ahora los vuelos de Iberia y Emirates llegan con unos 70 pasajeros un tercio de la capacidad del avión.

Pero no sólo los maleteros resienten la baja de usuarios, en el espacio que ocupan los ex trabajadores de Mexicana de Aviación, en donde venden alimentos y recuerdos, las cosas tampoco andan bien, aunque dicen que ellos suelen vender más porque los precios son mucho más accesibles; sin embargo, reconocen que la venta quizás está a la mitad.

Varios de los comercios se ven con menos clientes, en restaurantes de cadenas conocidas los comensales escasean. Uno de los dependientes de uno de los cafés situados en la Terminal 1 del AICM, limpia escrupulosamente las mesas, los mostradores y el piso. Hay que limpiar por lo del virus, pero también distrae un poco, confesó a un cliente.

Las medidas para evitar la diseminación del Covid-19 continúan en ambas terminales aéreas, Valentino, un joven preparatoriano de intercambio, llegó ayer por la tarde procedente de Tokio, Japón, en un vuelo semivacío: Sólo veníamos unos 15 y era un avión grande. Detalló que al llegar me tomaron temperatura, me checaron los ojos y no llené algún cuestionario sanitario.

Ataviado con cubrebocas y una especie de máscara para esnorquelear, explicó que estuvo siete meses en Taiwán, allí tienen muchas medidas de precaución, tanto el gobierno como los ciudadanos. En cualquier lugar público te checan la temperatura, se usa cubrebocas.

Carlos precisó que los maleteros desinfectan sus implementos de trabajo, como los diablitos y las sillas de ruedas con que trasladan a personas mayores y con discapacidad. Cada vez que vamos por los pasajeros hasta el avión, nos toman la temperatura. Además, en el filtro de salidas internacionales hay médicos que reciben los vuelos y toman temperatura y en las salas hay dispensadores de gel.