l martes 17 de marzo se consolidó firmemente la tendencia ganadora de Joe Biden sobre Bernie Sanders por la candidatura presidencial demócrata. El primero arrasó en las primarias de Florida, Illinois y Arizona y alcanzó 315 delegados más que su rival. Otro dato muy gráfico: el senador por Vermont sólo ha ganado siete de 28 estados.
Pero, ¿cómo ha sido posible este brusco giro en las preferencias, esta caída notable de Sanders, respecto de encuestas que en febrero lo colocaban, en posición aproximadamente pareja, o de ligera ventaja, en relación con el ex vicepresidente Biden? Hagamos un poco de historia.
Cuando se vio en la tercera semana de febrero que Sanders partía como favorito a la nominación y el empuje ascendente que podía tomar ante un Biden que parecía zombi, fue iniciada a todo tren la demolición de su candidatura. Para lograrlo, se coaligaron la maquinaria mediática del establishment, conjuntamente con la electoral del Partido Demócrata desde los días previos al supermartes del 3 de marzo. Aprovecharon un discretísimo reconocimiento de Sanders a la extraordinariamente exitosa campaña de alfabetización de Cuba de 1961 para despedazarlo con el aún poderoso recurso del anticomunismo. Notas periodísticas, entrevistas y participaciones en talk shows arremetieron contra la supuesta simpatía del candidato independiente por lo que la derecha llama cínicamente dictadura castrista (permítaseme un breve paréntesis para reiterar que si hay algo muy democrático en este mundo es esa dictadura
; mucho más, claro, que la de multimillonarios gobernantes en Estados Unidos). Está claro que los jerarcas demócratas preferirían, en última instancia, continuar con Trump en la Casa Blanca antes que dejar que las llaves de ésta paren en el bolsillo del senador independiente. Pero si las aspiraciones presidenciales de Sanders sufrieron un duro golpe el martes pasado, él no pareció arredrarse. Esa noche, sin hacer alusión al resultado de las primarias, presentó un abarcador plan contra el nuevo coronavirus, mucho más ambicioso que el acordado por los diputados demócratas con el equipo de Trump. Incluso si en el Senado se le añadieran las enmiendas que varios legisladores demócratas han propuesto para subsanar insuficiencias fundamentales que aprecian, como que no garantiza pago por enfermedad a los trabajadores de empresas mayores de 500 trabajadores.
Después de haber subestimado la epidemia irresponsablemente durante semanas, Trump cayó en cuenta de la gravedad de la amenaza y, sobre todo, del peligro de no ser relegido como anhela si, en una situación de severa crisis nacional y mundial, no proyecta la imagen de estadista preocupado por sus conciudadanos. Esto ha hecho que no sólo llegue rápidamente a acuerdos con los legisladores demócratas, sino incluso a apelar a una ley de la época de la guerra de Corea que otorga poder al Ejecutivo para ordenar sobre la producción del sector privado. De inicio para obligarlo a producir mascarillas y respiradores artificiales.
Pero la de Sanders es una propuesta a mediano y largo plazo que él mismo califica como el plan de estímulo económico más importante en Estados Unidos desde el célebre New Deal de Franklin Roosevelt y los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El plan ascendería a 2 billones ( trillions) de dólares y entregaría a todo estadunidense 2 mil dólares mensuales, no sólo mientras dure la contingencia del coronavirus, sino hasta que el país se haya repuesto de ésta y de la crisis económica que la acompaña.
Es sabido que esta crisis financiera y económica hunde sus raíces en la codicia de los banqueros y especuladores, que después de 2008 utilizaron los ríos de dinero del rescate
entregado por los bancos centrales para continuar con las mismas viciosas prácticas que condujeron a la crisis de entonces.
Como era de esperar, el plan de Sanders incluye su central propuesta de un sistema de salud gratuito y universal y, además, impedir que el uno por ciento se aproveche de la crisis a costa de los trabajadores. Conceptos que nunca aceptarán los políticos de derecha por más demagogia y politiquería que se les ve dispuestos a desplegar ante la crisis actual. Al exponer su plan en un mensaje a la nación, el rival de Biden ha dicho: Debemos garantizar que cada uno que necesita cuidado (de salud) pueda recibirlo de manera gratuita, asegurar que todos los trabajadores reciben sus cheques de nómina de modo que puedan llegar a fin de mes e impedir que las corporaciones gigantes y Wall Street se beneficien de la epidemia. Sanders de pies a cabeza. Por eso nunca será aceptado por el establishment.
Pero quién sabe si esta crisis podría llevar al surgimiento de una fuerza política nueva, popular e independiente en Estados Unidos. Sanders expresa una enorme inconformidad social y lo acompañan cientos de activistas jóvenes, como las cuatro diputadas que hacen el famoso squad.
Twitter: @aguerraguerra
A Alejandro Nadal