Miércoles 11 de marzo de 2020, p. 24
Moscú. Borrón y cuenta nueva, la cual en principio le permitiría gobernar otros 12 años a partir de 2024, es la fórmula que eligió Vladimir Putin para perpetuarse al frente del Kremlin al aceptar la propuesta de los diputados de la Duma –que tienen mayoría calificada de tres cuartos en la cámara baja– de que el nuevo periodo presidencial comience a contar desde cero, después de que el actual jefe del Ejecutivo promulgue la ley de entrada en vigor de las enmiendas constitucionales, aprobadas este martes en segunda instancia.
Putin, el beneficiario de la generosa iniciativa –elaborada, dicen sus adversarios, por su propio equipo de colaboradores, que son los que dictan línea a los legisladores y que está convencido de que su jefe tiene todas para ganar, sí o sí, nuevas elecciones dentro de cuatro años–, para guardar las apariencias, condicionó la aprobación de la propuesta de ser nuevamente candidato presidencial a que la Corte Constitucional emita un dictamen que permita la hábil maniobra por no contradecir la Carta Magna.
¿La actual Constitución o la que resultará después de adoptadas las enmiendas?, eludió precisar Putin, quien reiteró –obvio– que no promulgará ninguna ley si no obtiene el respaldo mayoritario de quienes acudan a las urnas el 22 de abril siguiente, que aún nadie sabe cómo se va a llevar a cabo en el contexto de la actual sicosis y las severas medidas para contener el Covid-19.
El titular del Kremlin asistió la tarde de este martes al debate
en la sede de la Duma sobre las enmiendas constitucionales y rechazó dos sorprendentes iniciativas que destaparon los diputados en la sesión matutina: que se convoquen elecciones legislativas anticipadas en septiembre siguiente y que se permita ser presidente sin limitaciones de mandato.
Dijo Putin que no hay razón para adelantar las parlamentarias que deben celebrarse el otoño de 2021 y subrayó que una misma persona no puede ser presidente más de dos periodos, ni seguidos ni separados, a menos que… la Corte Constitucional dictamine que, por cuanto no se viola ningún artículo, procede empezar a contar desde cero la fecha de inicio de un periodo presidencial.
Ahora parece claro que Putin quiere hacer algo similar –en términos de estricta legalidad para sus seguidores y de abierto fraude para sus críticos– al enroque que concretó con su fiel subordinado, Dimitri Medvediev –intercambiando los cargos de presidente y primer ministro en 2008, gobernando en realidad él–, cuando tampoco se violó la Constitución.
La reforma constitucional, que este miércoles será aprobada por la Duma en tercera y definitiva instancia, refuerza en primerísimo lugar las facultades del presidente, pero no todo es tan simple como parece: todavía tendrán que hacerse modificaciones en al menos medio centenar de leyes, por ejemplo las que fijen las funciones del Consejo de Estado, hasta ahora una instancia decorativa que puede o no convertirse en decisiva.
En otras palabras, Putin no cierra la puerta a que, si las cosas no evolucionan como él quisiera, antes de concluir su mandato en 2024 pueda ser reubicado en un cargo con aún más prerrogativas, para seguir gobernando sin tener que someterse al veredicto de las urnas.
En el futuro, entendido como después de que él desaloje el Kremlin –podría ser dentro de 16 años, si su estado de salud se lo permite– Putin considera que Rusia “(…) necesita un cambio de gobernante para la dinámica del desarrollo del país. Estamos promoviendo enmiendas a la Constitución no por un año, ni por dos ni por 10, sino al menos por 30 o 50. Y la sociedad debería tener garantías de que habrá de modo regular un cambio de quienes ejerzan el poder”.