Mikey García nació en los valles de California, hijo de un padre migrante de Michoacán. Un modelo de superación personal en donde sus raíces siempre han estado por encima de todo. En su casa sólo se habla en español. Con esta ética se convirtió en un referente de la cultura mexicana en Estados Unidos, ha conquistado cuatro campeonatos del mundo en distintas divisiones y hasta su reciente pelea contra Errol Spence se mantenía invicto.

Fue una locura, pues decidió pelear en peso wélter, categoría para la que tuvo que subir dos divisiones. La derrota fue una circunstancia ante Spence. Aunque podía suponerse que volvería a ligero, donde reinaba antes de aquel combate, el mexicano nacido en Estados Unidos ha decidido intentarlo una vez más en 147 libras.

Este sábado enfrentará a Jessie Vargas en Texas, por el cinturón diamante del CMB en esa división con gran mercado y competencia. García llegará más adaptado a la división después de no subir al cuadrilátero en casi un año.

Contra Spence sentí que las cosas no salieron como pensábamos, reconoció García; a veces tiene uno tiene una mala noche.

García recuerda que ante Spence se sentía agotado, que el peso ganado le costaba; esta vez luce más confiado y familiarizado con la división.

Ante Spence aumenté mucho músculo y por eso me sentí más lento, agrega; pero ya llevo tiempo entrenando con boxeadores más grandes y siento que ya pertenezco a esta división. García reconoció que el próximo rival es más grande, pero confía en volver a su boxeo depurado, rápido y explosivo, propio de un artesano mexicano.