Debido al alto crecimiento en la propagación del virus de chinkugunya, zika y dengue en el país –en el último caso se triplicó en 2019–, investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrollan, con base en plantas mexicanas, un bioinsecticida contra el mosquito Aedes Aegypti, principal vector de trasmisión de estas enfermedades.

Raúl Simeón Michi Flores, investigador del Centro de Desarrollo de Productos Bióticos (Ceprobi), con sede en Yautepec, Morelos, explicó que en un trabajo iniciado por Kalina Bermúdez Torres, se observó que las plantas del género Lupinis pueden controlar al mosquito desde la fase larvaria y disminuir notablemente el número de hembras, que son las transmisoras de la enfermedad.

De acuerdo con datos recientes de la Secretaría de Salud, 2019 concluyó con 41 mil 505 casos confirmados de dengue, es decir, 28 mil 799 más que un año antes. Además, se contaron 191 muertes, con una letalidad de 1.40 por cada cien reportes.

De los casos confirmados, 69 por ciento corresponden a Jalisco, Veracruz, Chiapas, Quintana Roo y Oaxaca. En el país, más de 60 por ciento del territorio tiene las condiciones ambientales propicias para el desarrollo del vector, principalmente en primavera-verano.El especialista señaló que la planta posee propiedades insecticidas que pueden ser aprovechadas en el control de la plaga, y que tras varios experimentos con el extracto de sus alcaloides quinolizidínicos en poblaciones de mosquitos en distintas fases de desarrollo, se obtuvieron resultados muy alentadores en cuanto a la relación por sexo, ya que prevalecieron los machos sobre las hembras.

Éstas, a diferencia de sus parejas, se alimentan de fuente sanguínea y cuando pican a una persona enferma, también se infectan con el virus, lo que desencadena una serie de señalizaciones que provocan un aumento en la agresividad del insecto y el consecuente contagio.

En la actualidad, se combate a la plaga por medio del control larvario con los insecticidas temefos o clorpirifós, que utiliza Salud con cerca de 30 días de efectividad en agua; no obstante, la fórmula contiene órgano-fosforados y órgano-clorados, que son químicos con elevada residualidad.

Michi Flores señaló que a diferencia de los anteriores, el extracto de Lupinus campestri, también conocida como mazorquilla o alfalfilla, es compatible con el medio ambiente, pues su residualidad es muy baja y su efectividad es mayor, al alcanzar 35 días, y sus efectos se dan antes de 14 días y no a los 18, como los insecticidas normales.