La propuesta para que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) pida perdón no significa una auto flagelación, sino una manera de aceptar los hechos y errores del pasado, señaló Dulce María Sauri, ex presidenta del tricolor y promotora del planteamiento.

Rumbo a la asamblea nacional priísta –a realizarse el segundo semestre del año– militantes advierten que para renacer, después de la debacle electoral de 2018, no será suficiente modificar los documentos básicos, como los estatutos o plan de acción, y tampoco seguir eligiendo candidatos desde la oficina de Insurgentes Norte.

La mención de Sauri, quien dirigía al tricolor en 2000, cuando perdieron por primera vez la Presidencia de la República, ha sido punto de partida para los militantes y dirigentes del partido.

La ex gobernadora de Yucatán y hoy legisladora explicó que la reflexión –y la posibilidad de que el PRI pida perdón por las faltas y omisiones– sería una opción de reflexionar acerca del pasado y no, como buscan algunos, deslindarse del mismo.

Me parece que para poder construir el futuro, hay que reconocer los errores del pasado; es decir, renovarse más que refundarse, nacer, hacer de nuevo, porque cuando reconstruyes hay pedazos del pasado que usa a veces la misma estructura, pero cuando renuevas estás hablando de procesos, comentó.

Esta refundación, explicó, no sería de cero, porque hay militancia (1.5 millones acorde con el más reciente informe del Instituto Nacional Electoral, de los más de seis millones que tenían hace un lustro).

Militancia menguada, vamos a decir, pero como dice el refrán: más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece. 1.5 millones es nuestra base para reconstruir, señaló.

José Antonio González Fernández, ex líder del PRI y ahora presidente de la Comisión de Ética Partidaria, también fue muy crítico durante una primera charla convocada por el presidente de la Fundación Colosio, José Murat, rumbo a la 23 asamblea nacio-nal ordinaria de este partido.

Recordó que tienen frente a sí una lucha por el poder político en las elecciones, en particular de 2021 y 2022, de ahí que es necesario tener claro que el PRI es ahora, desde la oposición, el partido menos aceptado, el que genera la peor opinión entre el electorado.

Dijo que no fueron acertadas las decisiones para la elección de 2018 en la que su candidato (externo) obtuvo 16 por ciento de la votación frente al triunfo avasallador de Morena y de López Obrador. Hoy tenemos la certeza, aseguró, de que es un mandatario que gobierna sin contrapesos, con un discurso eficaz para denigrar al pasado.

Por tanto, la próxima asamblea del priísmo es estratégica y única, pero no bastará cambiar documentos, sino precisar qué ofrecen a la ciudadanía; discutir qué va a pasar con el gobierno actual que elimina cualquier contrapeso, y revisar lo que ocurrió en las dos asambleas anteriores, porque hoy, ante la opinión pública, somos un partido que no es aceptado, que fue derrotado abrumadoramente y tiene el signo de la corrupción.