Miércoles 12 de febrero de 2020, p. 6
La infidelidad y el adulterio son temas que deberíamos desmitificar y tratar con más naturalidad, pues suceden más de lo que se admite. En México la sociedad es profundamente hipócrita, considera Beatriz Rivas, coautora con Federico Trager de la novela Amores adúlteros, la historia completa.
Publicada por Alfaguara, esa obra reúne en un solo libro la historia de Él y Ella, personajes de dos tramas anteriores: Amores adúlteros y Amores adúlteros… el final, en las que se narran con erotismo, humor e ironía, una infidelidad apasionada, un enamoramiento que podría ser un encuentro a destiempo (La Jornada, 10/2/12).
En entrevista, Beatriz Rivas apunta que la infidelidad y el adulterio ‘‘suceden mucho más de lo que quisiéramos. Están ahí, a cada rato, pero decidimos ignorarlos. O comentarlos como tema de ‘café’ para chismear o criticar. Pasa más de lo que se admite y deberíamos hacerle más caso. Dejarlo de ver como si sólo les pasara a los demás; darnos cuenta de que es mucho más cercano de lo que queremos reconocer”.
El asunto, añade la escritora, ‘‘lo hemos convertido en algo infinitamente más grave. Estoy convencida de que a veces, incluso, puede ayudar a un matrimonio. Damos demasiada importancia a la fidelidad, cuando la historia y la vida de todos los días nos demuestran que la monogamia no es la solución perfecta y, en muchos casos, es una utopía”.
Son muchos los lectores, considera, ‘‘que se reflejan en estas páginas, ya sea porque alguna vez tuvieron un amante, porque ahora mismo tienen un amor prohibido o porque desearían vivir un amor así, tan poderoso como el de los protagonistas”.
En esa historia en la que ‘‘ambos tienen una buena relación matrimonial, así que no buscan excusas. Ella no tiene un marido abusivo o misógino. Él no tiene una mujer fría o insoportable. En realidad, ambos simplemente se enamoran, porque sus matrimonios, aunque amorosos, son eso: matrimonios que han caído en la cotidianidad”.
Sexo, erotismo y culpa escondida
Él es más celoso y posesivo que Ella. Emocionalmente es más frágil que Ella. Ligeramente bohemio. Editor de una revista. Le gustan los retos personales y profesionales. Toca la guitarra. Tuvo un padre agresivo y abusivo. Odia la mantequilla. Ella tiene con su marido una relación bastante buena, pero ya llevan años juntos y la vida cotidiana ha provocado que la pasión baje. Tiene dos hijos. Su amante la ve como una persona inteligente, pero influenciable. Profesionista y chambeadora. Estudiosa y culta. Gozosa.
Es una mujer liberal, independiente, autosuficiente y libre, aunque no por eso descuida su relación marital ni su papel de madre. Es más racional que Él. Más segura de lo que quiere. Odia la cebolla y le encanta el whisky.
Es una historia en la que, continúa Rivas, ‘‘hay sexo y erotismo, pues es un ingrediente indispensable de los amores prohibidos. Pero va más allá: la relación es fuerte. De amor, de amistad, de hermandad. Les gusta el sentido del humor. Son irónicos y juguetones.
‘‘Aunque igual la culpa está ahí, escondida. Se saben responsables de la felicidad o infelicidad de sus parejas e hijos. Lo curioso es que, en esta novela, es Él quien se siente más culpable. Normalmente es al revés: en cuestiones de adulterio, a los hombres se les hace algo normal y las mujeres, por lo menos las mexicanas, se sienten más culpables. Aquí no: Él es celoso y más ‘culposo’ que Ella.”